Historias olímpicas

La nadadora estadounidense Simone Manuel y la canadiense Penny Oleksiak compartieron el oro en la final de los 100 libres tras lograr un idéntico tiempo de 52.70 segundos.

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Los Juegos Olímpicos –no Olimpiadas, si nos ponemos clásicos, porque éstas son el tiempo que transcurre entre unos juegos y otros, según los griegos-, siempre nos ofrecen historias extraordinarias que la mayor parte de las veces pasan inadvertidas bajo la avalancha de datos estadísticos, records batidos o escándalos protagonizados mayormente por los “de pantalón largo”, dígalo si no Alfredo Castillo, el vapuleado director de la Conade.

A las ya conocidas historias de Lupita González –la boxeadora que no quería ser marchista y que ayudó a medio lavarles la cara a los dirigentes del deporte- o Alexa Moreno –la gimnasta que llegó a los Juegos de Río “un poco pasada de peso” a causa de las lesiones que sufrió antes y no le permitieron entrenar  y que es dueña de una vida ejemplar de entrega y lucha- y el boxeador Misael “Chino” Rodríguez –el del boteo para costearse su preparación junto con sus colegas- hoy quiero agregarles dos o tres que, al menos en México, no fueron muy difundidas.

La holandesa Adelinde Cornelissen era una de las favoritas para subir al podio en doma ecuestre. Sacrificó sus posibilidades al renunciar porque su caballo Perzival enfermó a causa de la picadura de algún insecto y se le hinchó la cara. “No quiero exponerlo, porque él me ha dado todo y es mi gran compañero”, dijo Adelinde del equino de 19 años. Regresó a Holanda con su amado caballo y dejó ir así la medalla por el amor.

La nadadora estadounidense Simone Manuel y la canadiense Penny Oleksiak compartieron el oro en la final de los 100 libres tras lograr un idéntico tiempo de 52.70 segundos. Manuel se convirtió así en la primera mujer negra de la historia en ganar una medalla en una prueba individual de natación. “Estoy segura de que generará conciencia e inspirará”, dijo la atleta.

Muchos aplaudimos cuando desfilaron en la ceremonia inaugural los 10 atletas refugiados que participaron bajo la bandera olímpica. Este equipo estuvo compuesto por competidores en judo, natación y atletismo. “Es un símbolo de esperanza para los refugiados de todo el mundo”, afirmó el presidente del COI, Thomas Bach.

Dato curioso: la Coca Cola figura como la más antigua marca patrocinadora de los JO: lo es desde 1928, en Amsterdam.

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