La venganza desde el rencor

En cualquier sistema democrático la relación directa entre el jefe de gobierno y el Congreso es algo normal, indispensable. No se puede entender una democracia en la que al jefe del Ejecutivo le esté vedado asistir al Legislativo por una decisión de éste.

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O ya no entiendo lo que está pasando,
o ya pasó lo que estoy entendiendo.

Florestán

En cualquier sistema democrático la relación directa entre el jefe de gobierno y el Congreso es algo normal, indispensable. No se puede entender una democracia en la que al jefe del Ejecutivo le esté vedado asistir al Legislativo por una decisión de éste.

Es el caso de México.

Durante los años del priato, el informe presidencial, cuya entrega por escrito es un mandato constitucional, se hacía oral al inicio de la sesión del Congreso el 1 de septiembre, y era conocido como el Día del Presidente.

El rito y el protocolo eran implacables.

Un mes antes se suspendían todas las declaraciones de los secretarios del gabinete, que entraban a un receso forzado, para no restar atención al informe.

Esa madrugada la Secretaría de Gobernación entregaba una copia del informe, que era secreto, a todos los periódicos para su publicación completa al día siguiente, y la televisión se enlazaba en cadena nacional para transmitir desde la salida de Los Pinos rumbo a Palacio Nacional, donde se colocaba la banda y de allí, en el mismo convertible, en medio de una escolta de caballería del Colegio Militar, hacia la Cámara de Diputados o donde hubieran dispuesto el escenario para aumentar los invitados, Bellas Artes, el Centro Médico.

Al término de la lectura del interminable informe venía el besamanos, de regreso en Palacio, y su oficina de prensa enviaba un boletín con el número de interrupciones, aplausos y su duración.

Todo eso terminó cuando los integrantes de la 60 Legislatura se fueron de un extremo a otro: del Día del Presidente a no dejarlo entrar, como ocurrió con Vicente Fox el 1 de septiembre de 2006, o solo ir a entregarlo, como Felipe Calderón al año siguiente. Aquel 1 de septiembre de 2007 fue la última vez que un presidente de la República pisó la Cámara de Diputados.

Todo esto lo recupero porque el presidente Calderón asistirá hoy al Senado por última vez, a la entrega de la medalla Belisario Domínguez, post mórtem al maestro Ernesto de la Peña, única ocasión en que al jefe del Ejecutivo se le permite acudir al Congreso, lo que en una democracia moderna no puede aceptarse siendo el tiempo de recuperar, no el Día del Presidente, pero sí la normalización democrática de esa relación cancelada desde el rencor.

RETALES

1. NOMBRES. Los dos hombres más cercanos a Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray y Miguel Osorio Chong, ocuparán las secretarías de Hacienda y Gobernación, aun cuando el presidente electo todavía no se los haya mencionado;

2. CUMPLE. Andrés Manuel López Obrador celebró ayer en familia su cumpleaños, 59; y

3. DESTINO. A partir de enero Felipe Calderón volverá a Harvard, su alma máter. m

Nos vemos mañana, pero en privado.

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