Las bondades del diálogo

El espectador debe saber cuándo está presenciando un espectáculo estudiantil, amateur o profesional.

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En mi breve estancia en Mérida asistí a una mesa de diálogo convocada por la Sedeculta. Gracias a la gentileza del secretario, Dr. Raúl Vela, pude reencontrarme con varios colegas y escuchar las necesidades urgentes del teatro local. 

Entiendo que se irán convocando más mesas de las diferentes disciplinas artísticas, a fin de tener una visión incluyente. Se habló de muchas cosas, entre ellas, de lo importante que es la formación de públicos, la promoción, la clasificación de los espectáculos, las rentas de los teatros y la posibilidad de tener opciones según las características de las distintas puestas en escena.

Creo que no todos tenemos las mismas necesidades y los caminos por los que hemos de conducirnos van de extremo a extremo. Pero coincidimos en que los creadores estamos generando puestas en escena y necesitamos a la institución acompañándonos en lo que hacemos. Insisto en que la clasificación es urgente, el espectador debe saber cuándo está presenciando un espectáculo estudiantil, amateur o profesional. 

Las giras que hacemos en otros estados son importantes, pero no menos valiosas que las que se hacen en el estado y que van dirigidos a un público con otras necesidades. Vale la pena pensar bien qué es lo que se programa, por qué y para qué. Los foros independientes han fortalecido sus espacios con apoyos o becas, abriendo un abanico más amplio pero quizá también un poco descuidado en su selección, ya que las cifras les ayudarán a obtener más puntos en sus becas pero no con el nivel mínimo por el que paga el espectador.

Vale la pena repensar su programación y hacerla a favor de la calidad y lo profesional. 
Salí con muchas expectativas de esa reunión, la sensación fue que todas las peticiones son a favor de un solo teatro y no de un solo grupo. Eso es esperanzador, eso y tener a los funcionarios frente a frente, abriendo el diálogo y no aventando un soliloquio de cifras que a los teatristas no nos aportan nada. 

Veo en el teatro yucateco una enorme efervescencia, así como una necesidad urgente de tener a la par críticos e investigadores serios –sin mala leche o actitudes amarra navajas- que atestigüen los procesos de las compañías establecidas y los movimientos que van variando y ahora parecen un iluminado cardumen que va de un lado a otro llenándolo todo de teatro.

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