Lecciones del Congreso

El Pacto por México es una expresión pública que ofrece un panorama de las prioridades del acuerdo plural.

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Hay un cambio radical en el desempeño del Congreso; se ha pasado de la rigidez e intransigencia a la productividad fundada en el acuerdo y la flexibilidad de posturas. Importantes reformas y proyectos legislativos son ágilmente atendidos, enriquecidos y aprobados por mayorías amplias e incluyentes. Ambas cámaras están viviendo su mejor momento. La pluralidad está haciendo su trabajo; esta vez nadie podría decir que sea el caso de iniciativas elaboradas en las oficinas gubernamentales y aprobadas acríticamente por los legisladores. Hay un proceso muy intenso de negociación, discreto, pero eficaz.

El Pacto por México es una expresión pública que ofrece un panorama de las prioridades del acuerdo plural; por lo que ha ocurrido en estas tres semanas, se puede decir que no existe precedente en el país y que, incluso, ha probado ser más útil y productivo que muchos de los que se aluden de otros países.

No es aceptable cuestionar los proyectos únicamente por la agilidad con la que se les atiende en el Congreso. Quizás algunos legisladores no estén debidamente informados o no participen de los acuerdos al interior de sus organizaciones políticas; en la actualidad se legisla con facilidad porque la antesala de la negociación y deliberación fue intensa y eficaz y, porque el contenido de lo propuesto convence. Aún así, en el curso del proceso legislativo los diputados y senadores han tenido la oportunidad para mejorar las propuestas y, en los casos en los que alguna modificación se ha estimado conveniente por la mayoría de las fuerzas políticas, así ha ocurrido.

Tampoco es admisible la tesis de que la aprobación de las reformas es únicamente en beneficio del presidente Peña Nieto. Es inobjetable que un Presidente que ejerce liderazgo y tiene un equipo con habilidad para el acuerdo y la negociación es mérito, y no debiera haber regateo en reconocérsele. Que el Presidente sea eficaz en la negociación lastima a quienes en el pasado lo intentaron y no lo lograron, pero lo relevante no debiera ser eso, sino algo que implica una mayor transcendencia, es decir, que las reformas se traduzcan en beneficios tangibles para el país. De esta forma, no es ni atendible ni entendible la creencia de que las reformas deban obstruirse porque benefician a quien gobierna, menos aún lo es en un contexto en el que el consenso en su aprobación muestra que la mayoría considera que lo aprobado es lo mejor para México.

Los acuerdos plurales y la aprobación de las reformas sí tienen un efecto positivo en la valoración del gobierno y de quien preside, pero también compromete y obliga a un ejercicio de inclusión y de respeto hacia todos. De lo que se trata es que el Presidente cumpla con su condición de jefe de Estado al asumirse representante de la pluralidad nacional. También se trata de que en el ejercicio de la política y del gobierno se mantenga una posición clara sobre hacia dónde llegar y cómo hacerlo.

Las diferencias políticas son inevitables y convenientes, pero también hay temas en los que las principales fuerzas políticas pueden coincidir sin regateo a su ideología. Así, un presupuesto que recoge las preocupaciones compartidas y diversas es susceptible de rápido estudio y aprobación mayoritaria. Esta situación también se replica en las discusiones en materia de transparencia en las que, en caso de aprobarse, seremos testigos de un avance histórico respecto al fortalecimiento del IFAI y que, de incorporar como sujetos obligados a la transparencia a todos aquellos que reciben o ejercen recursos públicos, es totalmente explicable el encuentro de los partidos en el Congreso, ya que estos son temas de Estado, definiciones fundamentales que incorporan a la diversidad institucional y que trascienden al momento.

Por su parte y respecto a la reforma constitucional en materia de Educación, cierto es que resulta un asunto sumamente delicado y sensible, cuyo diseño no debiera tener más dedicatoria que el deseo compartido de mejorar la educación pública. El gremio magisterial está en su derecho de velar por las prerrogativas de sus miembros, como también están en el suyo la mayoría de los legisladores quienes votaron por transitar el sistema de educación pública a estándares y procedimientos que garanticen calidad y que den al Estado mexicano autoridad sobre el tema. La madurez y la responsabilidad habrán de prevalecer.

Es importante que los legisladores se reconozcan a sí mismos en la relevante tarea que están realizando a favor del país. Un Congreso que legisla es un órgano de representación que se acredita al cumplir la función que le corresponde. También es un mérito de las direcciones nacionales de los partidos, quienes han contribuido de manera importante en la elaboración de propuestas y en la definición de acuerdos, facilitando con ello el proceso legislativo.

El país no solo está transitando hacia la reconciliación, se están construyendo las bases para un nuevo ejercicio de la política. Por ello es importante que quede atrás el agravio por el desenlace electoral. La izquierda lo ha resuelto de manera inteligente, a través de darle un espacio diferenciado al proyecto radical, de manera tal que las necesidades de negociación y acuerdo no se vean comprometidas por quienes asumen una postura contestataria a todo lo que venga o haga el gobierno. En el caso de Acción Nacional es fundamental que sus legisladores superen el resentimiento por la derrota electoral. Por bien del Congreso y del mismo PAN es deseable que lo acontecido en días pasados sea una corrección del errático inicio que mostraron los senadores albiazules.

El Congreso ofrece lecciones muy positivas y encomiables. Mérito de los coordinadores, de los dirigentes de los partidos y de quienes desde el gobierno han sido promotores y facilitadores del acuerdo y entendimiento. Los hechos revelan que la ética de responsabilidad mucho aporta y contribuye al bien del país y de la política. Esto no anula el debate y, eventualmente, los desencuentros y que futuras reformas no cuenten con el respaldo de todos los partidos. Así es la política y también así es válido gobernar en democracia. Por lo pronto el Congreso cierra sesiones haciendo su parte y con el reconocimiento obligado de quienes observan y desean lo mejor para el país.

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