Leer y viajar

Leer es también una buena forma de viajar y traspasar fronteras sin salir de casa.

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Ir sin amor por la vida es como ir sin estrellas por el mar, como ir al combate sin música, como emprender un viaje sin un libro.-  Stendhal

Hoy día a un viaje podemos llevar cuantos libros deseemos, los ebooks nos permiten una infinidad de posibilidades, en físico, probablemente estemos un poco más limitados, pero su tamaño los hace de fácil transportación; sin embargo, no siempre ha sido así.

Los primeros libros tuvieron formatos de grandes dimensiones que pasaron después a ser objetos de lujo; en los siglos XVII y XVIII, en Europa los libros no estaban pensados para sacarlos al aire libre, estaban destinados exclusivamente a los interiores de las bibliotecas públicas o privadas. Fue hasta el siglo XIX, con la combinación del ascenso de la burguesía y la expansión de los ferrocarriles, que a los editores se les ocurrió la gran idea de hacer libros específicamente para los viajeros.

Escenas recurrentes en la novelística decimonónica serán los personajes leyendo en el tren, como una afligida Ana Karenina que aparece leyendo una novela inglesa en un episodio de esta célebre obra de Tolstoi, el cual ha sido motivo del análisis de Ricardo Pligia  en su recomendable libro 'El último lector'.

Fueron Henry Walton Smith y su esposa, en el siglo XIX, quienes abrieron por primera vez en una estación de trenes un quiosco donde se ofrecían colecciones para viajeros, que incluían series de novelas ilustradas y obras célebres.

Sin embargo, estos libros, aunque con un tamaño más adecuado, siguieron siendo costosos; fue hasta 1935 cuando el editor británico Allen Lane, fundador de Penguin Books, mientras esperaba un tren, se percató de la falta de opciones de libros baratos, pero de buena calidad, para los lectores viajeros; fue así como le planteó a la editorial The Bodley Head la idea de los libros de bolsillo que en su momento no fueron del todo bien recibidos, pero que lograrían atraer a todo tipo de lectores, dejando así de ser un objeto exclusivo de la aristocracia. A él le debemos actualmente adquirir buenos títulos a un precio más accesible.

Entre leer y viajar en ocasiones pensamos que sólo tenemos la posibilidad de realizar uno u otro, por eso es muy cierto que 'la lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren' (Francis de Croisset); leer es también una  buena forma de viajar y traspasar fronteras sin salir de casa.

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