Libros para niños y jóvenes, ¿o para todos?
En la Ciudad de México se lleva a cabo el Congreso Iberoamericano (CILELIJ, ED. SM) y la Feria del libro (FILIJ).
Los libros de literatura infantil y juvenil (LIJ) cada día se apropian de más anaqueles en las librerías y las bibliotecas, su afortunada proliferación en las últimas décadas convoca también a la realización de eventos donde la LIJ es la protagonista.
Así lo es, en estos días en el Congreso Iberoamericano (CILELIJ, ED. SM) y la Feria del libro (FILIJ) que se llevan a cabo en la Ciudad de México y donde se invita a reflexionar sobre el papel que ésta desarrolla desde lo testimonial, lo fantástico y lo simbólico.
La pregunta que se queda siempre flotando en el aire es si debe nombrársele con esa categoría o si simplemente es literatura.
Lo cierto es que la producción de textos dirigidos a este público lector se ha incrementado vertiginosamente convirtiéndose en un océano de posibilidades lectoras en el que vale mucho la pena sumergirse; la LIJ no es la “hermana menor” de la literatura, es ella misma; los adultos temerosos solemos, en ocasiones, prejuiciados, pasarla por alto; grave error porque ofrece una alternativa literaria de calidad y sujeta no sólo al goce estético sino también susceptible y necesitada de ser comentada y analizada.
De las muchas reflexiones que surgieron en estos foros, me parece la más importante el que concebir a la LIJ como textos que sólo hablan de dragones, princesas y mundos mágicos es cosa del pasado; en Europa, pero también en Latinoamérica, los escritores están develando temas sociales que forman parte de la realidad mundial: migración, racismo, dictaduras, conflictos armados, discriminación, sólo por mencionar algunos, y esto se debe a que ya ha dejado de considerarse que los niños y jóvenes deben estar al margen de estos temas que son parte de su vida cotidiana y de los cuales ellos, también, tienen mucho que decir.
Aún nos faltan tantas páginas por andar, pensé, mientras recorría la FILIJ acompañada de un amigo y excelente ilustrador, Luis David Canul “El pájaro Toj”, quien me mostró dos grandes mundos: el de la palabra y el de la imagen, ninguno ajeno a los adultos a quienes tanta falta nos hace recordar que si volvemos a la infancia, aunque sea a través de los libros, nuestros ojos volverán a mirar el mundo un poquito con la ingenuidad y otro poquito con la esperanza que en algún momento de nuestro camino hemos dejado olvidadas.
He podido andar algunas páginas de la LIJ gracias a unas personas que creen y confían en lo mucho que podemos lograr a través de la lectura y en que enfocar la mirada en los jóvenes es construir nuestro propio futuro.