Los espacios independientes

Cuando escribí Mestiza Power, jamás imaginé que dicha obra se convirtiera en un referente internacional del teatro hecho en México.

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El artista concibe y el público percibe. El artista siempre sueña que su obra será del agrado del público, alucina temporadas interminables, largas filas en sus estrenos y aplausos de pie, pero, ¿hasta dónde pueden llegar las palabras de un hombre?

Es difícil saberlo, ni la imaginación más fértil puede advertirnos que nuestra palabra es capaz de cultivar alas y hacerlas crecer a nuestra espalda.

En 2005, cuando escribí Mestiza Power, jamás imaginé que esa obra me colocaría como un referente del teatro mexicano. El texto está publicado por la UNAM, en una antología didáctica que contiene las obras más relevantes del teatro mexicano en los últimos veinte años.

La puesta en escena ha recorrido prácticamente todo el país y ha estado en festivales en España, Perú y Estados Unidos. Recién desempaco la maleta de Nueva York, donde el texto fue traducido al inglés por Vicky Grise y se presentó una lectura dirigida por Daniel Jaquez.

Confieso que al estar sentada en las butacas, mirando al público desentrañando la historia de la mestiza del Rayban me generó una serie de sensaciones que aún hoy me conmueven y me hacen creer que jamás imaginé que mi obra trascendería su lenguaje. Vi a la traductora conflictuarse con las palabras en maya y el huayeísmo del texto; traducir una obra en tres idiomas, nada fácil para ella.

Vi al director investigar y contarme emocionado que había encontrado un video de “Las Maya internacional” y en algún momento de la lectura habría una evocación de ellas. Junto a mí, tres compañeros: Saúl Enríquez, Bárbara Colio y David Gaitán, estaban viviendo el mismo proceso con sus obras, textos espléndidos  que conmovieron al púbico por igual.

Este intercambio se realizó como parte de una iniciativa del Lark Play Development Center, que, entre otras cosas, tiene la misión de promover la dramaturgia mundial, junto a un equipo de intelectuales de alto nivel, profesionales cuya única pasión es el teatro y descubrir las capas más finitas que construyen un texto.

Quizá por eso nos descubrieron detalles de nuestra propia obra que nosotros aún no percibíamos. Las palabras de un hombre, a veces son más poderosas que el hombre mismo, tienen la cualidad de no pagar boleto de avión y viajar por el mundo sin otra  cosa más que lo que alguna vez pusimos en ella.

En Mestiza Power puse toda mi ingenuidad y mi hambre por hacer teatro; siete años después, aquel sueño que construimos Asunción Haas, Laura Zubieta y yo sigue girando por el mundo.

Gracias a eso sé que las palabras  no tienen límite y son capaces de cambiar de idioma, de renovarse y brillar en cualquier lugar del mundo.

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