Mérida ha cambiado

Las ciudades son un reflejo de las sociedades que las habitan, se moldean dependiendo de las necesidades ciudadanas y expresan sus mejores valores o peores vicios.

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Mis padres fueron de los primeros en llegar a nuestra colonia hace 25 años. Las cosas eran muy diferentes: para tomar un camión tenías que caminar varias cuadras, eran pocos los negocios y pocas las familias. Cerca de nuestra casa, en la zona oriente, existe una plaza comercial que en ese entonces era muy popular, ya que fue la primera en la ciudad. Mérida ha cambiado. Ahora existen varios e imponentes centros comerciales, la mancha urbana se ha extendido y constantemente se levantan edificios que transforman el panorama de las hermosas tardes que nos regala este lugar. 

Así como ha cambiado la ciudad, también lo ha hecho su gente, transformando ideas, costumbres, aspiraciones y consecuentemente su manera de vivir. Si Mérida no es la misma que hace 25 ó 50 años (aunque a veces no queramos aceptarlo), ¿por qué la gente tendría que serlo?, ¿por qué deberíamos pensar de la misma manera?

Las ciudades son un reflejo de las sociedades que las habitan, se moldean dependiendo de las necesidades ciudadanas y expresan sus mejores valores o peores vicios.

A mi parecer las más hermosas son aquellas en las que varias de sus épocas pueden vivir en equilibrio, en paz, y donde todos sus habitantes logran sentirse en su verdadero hogar. En estas ciudades uno puede observar majestuosas iglesias que colindan con modernos edificios, encontrar antiguos parques y contar con hospitales de alta tecnología, recorrer barrios tradicionales o lujosos centros comerciales si así se desea. 

Mérida ha cambiado y su gente también, por lo que tenemos dos caminos: podríamos señalarnos, dividirnos y encerrarnos, esperando a que esta ciudad se convierta en un monstruo inhabitable como ha pasado en otros sitios.

La otra opción es abrir las puertas, entender y respetar los pensamientos del otro, hacer de ésta una ciudad segura sin importar nuestras diferencias. La tarde de Mérida aún conserva su particular tono rojizo. Estamos a tiempo.

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