Cuando estamos en sintonía emocional con alguien, somos capaces de percibir, comprender y aceptar conscientemente sus emociones a partir de la comprensión y aceptación de las propias. 

Cuando entramos en relación con los demás, podemos percibir emociones positivas, como alegría, tolerancia, aceptación. Pero también podemos percibir emociones negativas, como enojo, intolerancia o incluso rechazo.

La sintonía emocional es la capacidad de percibir, comprender y aceptar la emoción que experimenta otra persona, porque nosotros antes ya hemos sido capaces también de percibir, comprender y aceptar  ese mismo tipo de emoción. Sabemos su origen y lo que provoca.

Si nos topamos con una persona que está alegre, seremos capaces de alegrarnos con ella; si nos topamos con una persona que está enojada, seremos capaces de acercarnos y tratar de entender las razones de su enojo para compartirlo con ella.

Lo maravilloso de la sintonía emocional es que nos hace capaces de aceptar al otro tal como es.

Bajo este entendido, las emociones –incluso negativas- pueden convertirse en el lugar privilegiado para encontrarnos y sintonizar con los demás.

Jovencitos, recordemos la regla de oro de la sintonía emocional: “Alegría compartida se multiplica; enojo compartido se divide y -muy posiblemente- desaparece”.