Presos del 1 de diciembre

César Llaguno Moreno fue detenido al tratar de recuperar su cajón de trabajo, el cual le fue robado por los manifestantes.

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El abogado de los presos del 1 de diciembre, Juan de Dios Hernández Monge, “resaltó que uno de los casos que representan mayores anomalías es el de un joven bolero que fue detenido en la zona de Bellas Artes, al tratar de recuperar su cajón de trabajo que poco antes manifestantes le robaron para agredir a policías” (Reforma).

Es César Llaguno Moreno, de 22 años, quien, hasta donde sé el domingo 9 en que escribo estas notas, es uno de los 14 que continúan presos. Y resalto su caso porque César Llaguno es un ciudadano arbitrariamente detenido, luego de serle robado material de trabajo fundamental para su sobrevivencia. No protestaba ni estaba en el lugar en el que Peña Nieto tomaría posesión. Él estaba, primero, ganándose la vida y, después, exigiendo lo que era de su indiscutible propiedad.

En un juego de policías y ladrones, fue víctima de ambos. Pero, además, de un aparato judicial que lo condena por ser lo que es: pobre y trabajador.

La policía que tenía la obligación de cuidar sus intereses, lo detuvo. La juzgadora que tenía la obligación de proteger su inocencia y de castigar a quien lo victimara, lo victima por partida doble. Y el culpable que, seguramente en un acto de estupidez, le “expropió” su cajón de bolero para usarlo como proyectil “indignado” no sabemos si está libre, pero es seguro de que por ese robo en específico nadie ha sido consignado.

¿Estamos ante el fracaso de una policía que cuenta con cámaras, sobre todo en la zona de este hecho, en una ciudad que suponemos bien gobernada por la izquierda? ¿Estamos ante un Ministerio Público incapaz de distinguir en cuestiones tan obvias y ante jueces miopes y clasistas? ¿Estamos ante jóvenes sin solidaridad de clase que no entienden ripios tan simples como que vandalismo no es lo mismo ni siquiera que anarquismo? ¿O no es verdad lo que dice un abogado respetable como Hernández Monges?

Por lo pronto, que haya un César Llaguno entre los presos (y por ello exista la duda justificable de otros como él) nos obliga a exigir la liberación de todos, aunque entre ellos salga quien robó un cajón de bolero.

Y también que el gobierno del DF reponga al menos su material de trabajo al ofendido.

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