En septiembre del año pasado se publicaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la nueva agenda de desarrollo internacional; uno de los objetivos, el número 12, menciona que debemos trabajar en la Producción y Consumo Responsable. Pero, ¿qué significa esto y cómo podemos trasladarlo en las operaciones del sector turismo?

En realidad, en el sector turismo pudiera pensarse que no hay producción; no es un sector extractivo y de transformación, sin embargo, para satisfacer las demandas de los turistas se realizan una serie de acciones que tienen un impacto ambiental y social importante.

La mejor forma de avanzar en acciones de producción responsable en el sector turismo, es mediante la implementación de sistemas de gestión de la sustentabilidad: el consumo de recursos y la generación de residuos del sector es uno de los principales impactos de la actividad, y a pesar de los avances, aún hay mucho por hacer en ese sentido. Desde seguir implementando acciones de reciclaje y reutilización, la generación de una política de compras responsables y la generación de negocios alternos en temas de manejo integral de residuos.

Para poder implementar acciones de producción responsable, es necesario considerar un principio básico de derecho y gestión ambiental: “de la cuna a la tumba”; esto significa considerar que pasa con los que consumimos y lo que utilizamos desde que se produce, hasta que se genera como residuo final; las posibilidades de cambiar prácticas como la compra de productos con menos empaques, incluir criterios de biodegradabilidad en bolsas y empaques, utilizar productos con menos químicos, entre otros, son muy interesantes para el sector. Existen herramientas como la Estrategia Nacional de Producción y Consumo Sustentable poco conocidas en el país, y en el sector, y que da un marco de referencia en el tema.

Por otro lado, el sector turismo tiene una gran oportunidad de educar a sus turistas y colaboradores acerca de que sus prácticas diarias y sus consumos sean más responsables; ¿se imaginan el impacto que puede tener un destino como Quintana Roo, donde viven más de 1.5 millones de personas, y recibe más de 10 millones de turistas anualmente?

Y para ser sinceros, estamos haciendo muy poco para que, como sector, nos volvamos en un motor de educación a quienes nos visitan y a quienes viven aquí; con esto no quiero decir que no se realicen acciones, conozco varios casos de hoteles que realmente integran la comunicación, a nivel interno y externo, y que logran cambiar prácticas no solo en sus instalaciones, sino que traspasan las fronteras y llegan a las casas de los colaboradores.

Pero con el turista la verdad es que hacemos muy muy poco; a pesar de que el principal activo de Quintana Roo es su recurso naturales, estoy seguro que la gran mayoría de nuestros turistas que visitan el destino no saben cosas básicas y muy importantes del mismo: que nuestro sistemas de aguas subterráneas es uno de los más importantes a nivel internacional, que tenemos en el sur la segunda selva mejor conservada del mundo después del Amazonas, que concentramos en la Península de Yucatán más de la mitad de especies de aves que hay en México, que el arrecife pertenece a la Segunda Barrera de Arrecifes de Coral más importante del mundo, entre otros temas.

¿Qué hacer con el turista entonces? ¿Cómo avanzamos en hacerlos partícipes de la necesidad de cuidar nuestros recursos y generar en ellos una conciencia ambiental?

Oportunidades hay muchas: desde darles información en nuestras páginas web previo a su llegada, o realizar exposiciones en los sitios de concentración, invitarlos a participar en acciones de conservación, motivarlos a que en su viaje puedan consumir de forma más responsable, entre otras.

Hagamos que el turismo sea un motor de educación y de creación de cultura para quienes vivimos de él, y para sus visitantes.