Pujuy, el ave con plumas prestadas (y 2)

El pavorreal convenció al chotacabras de que se lo prestara su plumaje para competir por el reino. Le prometió que, si ganaba el trono, reinarían juntos.

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El Gran Señor, creador del mundo, designaría un rey entre las aves y cada una pensó que sería electa por el atributo que la caracterizaba.

El pavo real tenía un cuerpo hermoso y muy feo plumaje. Pero ambicionaba el trono. Así que fue a ver al pujuy o chotacabras.

Este humilde pájaro lucía un plumaje vistosísimo. El pavorreal convenció al chotacabras de que se lo prestara para competir por el reino. Le prometió que, si ganaba el trono, reinarían juntos.

El ingenuo pujuy acabó por acceder a la propuesta. Dio sus plumas y se quedó desnudo.

Llegó el día de la designación del rey. El Gran Señor quedó impresionado ante la hermosura del pavorreal y lo nombró rey. Este se olvidó de su promesa.

Un día, las aves descubrieron al chotacabras y se compadecieron de él. Cada una le obsequió una pluma. Por vergüenza, sale solamente por las noches y se guarda hasta la madrugada.

Cuando ve a un hombre, se le acerca y le pregunta si ha visto al pavorreal. Pero los humanos no entienden su lenguaje.

Cuando el Gran Señor se enteró de la infamia, le quitó al pavo real el canto armonioso que tenía y ahora sólo emite un grito desagradable y chillón que hace reír a las demás aves.

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