Pura decepción

Una buena pila de representantes mexicanos ya quedaron fuera de las medallas y, peor que eso, lejísimos de las expectativas creadas.

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Ya no sabemos qué es más decepcionante: los funcionarios federales que no atinan a resolver los plantones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), o sea, los “flojesores” mafiosos de Oaxaca (su foco de incubación) y sus achichincles de Guerrero, Chiapas y Michoacán, con sus “aderezos” de narcotráfico y marginación; o los supuestos atletas “naconales” que viajaron a las Olimpiadas de Río de Janeiro -en un Brasil convulsionado política y socialmente por la casi segura revocación de mandato de la ex guerrillera izquierdista Dilma Rousseff y la persecución contra el ex mandatario Lula da Silva por su presunta vinculación con la corrupción y desfalco de la otrora poderosa petrolera carioca Petrobras- para dar, hasta el momento, pura pena y lástima.

Aunque la famosa justa deportiva mundial que se celebra cada cuatro años apenas está en sus albores, una buena pila de representantes mexicanos ya quedaron fuera de las medallas y, peor que eso, lejísimos de las expectativas creadas.

Muchos alegres comentaristas daban, mínimo, una medallita de cobre (que no bronce) en la especialidad de tiro con arco con la experimentada Aída Román, quien, en las anteriores Olimpiadas de Londres 2012, se colgó una presea de plata (que tampoco es de dicho metal; si acaso una aleación de acero con frijol colado); también se preveía un galardón con el dueto machín de clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros y algo similar con Paola Espinoza y Alejandra Orozco, pero fracasaron rotundamente. Paolita y su mancuerna, en tierras de Jack el Destripador, en 2012, se trajeron para México la medalla de plata. Ahora, puro chile y sin tortillas.

Y sigue la frustración. En boxeo, el mentado Joselito Velázquez, nativo de Quintana Roo, llegó muy salsa y sólo le pudo meter los puños a su primer rival; el siguiente, un italiano ya ruco pero mañoso, hizo lo suficiente para derrotar al que se le consideraba la esperanza boxística del representativo tricolor (no nos referimos al PRI, que conste; recordar que sus “atle-tas grilleros” sufrieron una espantosa debacle en las olimpiadas electorales de junio pasado).

Todavía más. Dos lindas chicas, una pesista y otra judoca, comenzaron a todo dar y, al final, se quedaron en el camino.

PRIMERA CAIDA.- ¿Y por qué tanto fracaso? La falta de preparación adecuada. En el caso de Aída Román, hasta pasada de tamales se le notaba a la chilanguita. ¿Y los demás? Buenazos en Centroamericanos, Panamericanos y uno que otro campeonato mundial. Pero allí no siempre asisten los mejores.

SEGUNDA CAIDA.- Mientras otros países, como China, mantienen con férrea disciplina a sus atletas, gente como el gimnasta mexicano Daniel Corral (otro derrotado más) sacó de su bolsillo para irse a entrenar a Inglaterra.

TERCERA CAIDA.- Y ayer, ni Rommel Pacheco y Jahir Ocampo, en clavados sincronizados; y el TRI futbolero, campeón olímpico en Londres, se fue con un pepino (gol) entre las patas. ¡Plop!

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