¿Qué le hacemos al clima?

Calentamiento global, efecto invernadero, agujero en la capa de ozono, cambio climático, elevación del nivel del mar, son expresiones que continuamente escuchamos

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¿Qué está pasando con el clima? Ésta es una pregunta que escuchamos una y otra vez, que nace de los temores que nos son generados por lo que percibimos de los medios de comunicación y por la falta de información clara, completa y confiable.

Calentamiento global, efecto invernadero, agujero en la capa de ozono, cambio climático, elevación del nivel del mar, protocolo de Kyoto, son expresiones que continuamente escuchamos, que parecieran no hacer impacto alguno en la sociedad, la cual, a pesar de sus temores pasajeros, sigue con sus usos y costumbres de derroche de energía, destrucción de la naturaleza y contaminación del agua, los suelos y el aire que respiramos; evitar esto último, enmarcado en un combate a los agentes inductores del cambio climático, es lo que realmente debiera preocuparnos, ya que estamos inmersos en un proceso de deterioro  continuo de nuestro entorno inmediato, y es la suma de estos deterioros locales lo que determina la afectación global de nuestro planeta.

En relación con el Protocolo de Kyoto, que es un programa de “multas y compensaciones”, su aplicación cuesta al año decenas de miles de millones de dólares, con resultados que lograrán posponer por corto plazo, mas no evitar, los efectos del cambio climático. Ante esta situación, una medida inteligente sería invertir ese dinero en el desarrollo y aplicación de medidas más inteligentes y menos costosas; por ejemplo, invirtiendo ese dinero y más en la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías en materia energética, en energías renovables que aprovechen en forma más eficiente el sol, el viento y los océanos, con el propósito de mejorar la eficiencia energética de nuestro planeta, desarrollando en paralelo innovadores sistemas de captura de carbono. Si hemos sido capaces de avanzar aceleradamente en el desarrollo de la tecnología digital, creo que sin duda habrá la capacidad de desarrollar nuevas tecnologías que permitan preservar un desarrollo sostenible. Sin duda, la inversión adecuada permitirá el desarrollo de tecnologías medioambientalmente limpias, cada vez más baratas y al alcance de todos, en todos los campos del quehacer humano, acompañadas de una verdadera revolución en la educación ambiental.

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