Es un poco primitivo el entusiasmo de muchos sectores de la comentocracia al enterarse de que con la reforma educativa de Peña Nieto podría comenzar a gestarse un quinazo (dícese cuando en honor a la manera ciertamente patibularia con la que Salinas echó a la famosa Quina, Joaquín Hernández Galicia, quien junto con sus dos legendarios compinches, El Trampas y Chava Barragán, cuyos excesos en Las Vegas los hicieron notables, fueron echados a patadas del sindicato de Pemex para darle paso a un distinguido representante de la humildad y la austeridad, Robero Deschamps) sobre la insólita persona de la maestra Gordillo.

Que desde la llegada de Chuayfett a la SEP hasta la idea de evaluar al magisterio para la conservación de su chamba, están diseñados para acotar el imperio de la doña y, eventualmente, aplicarle un hasta nunca por las vías del cloroformo como Márquez a Pacquiao. Curiosas las declaraciones del nuevo secretario de Educación con un énfasis de otros tiempos, en el sentido de que no pactará con nada ni con nadie para impedir lo que por enésima vez se denomina como revolución educativa. Sobre todo cuando lo de hoy es la Candelaria de los Pactos.

Como quiera que sea, repito, desató una alegría francamente retrógada entre cierto sector poblacional carente de sensibilidad y sentido común, cual si fuera una felicidad regresar a las prácticas salinistas de imposición de líderes sindicales de las que, ciertamente, la propia maestra alguna vez fue beneficiaria. Digo, se entiende la urgente necesidad de tener un chivo expiatorio de esas dimensiones —después de los dos sexenios panistas que en eso fueron muy mezquinos—, pero parece muy poco educativo prepararle a la señora Elba Esther un cuatrote para el que la señora debe tener estudiado las mil maneras de sacarle la vuelta.

No la van a agarrar dormida como a los del SME.

Por otro lado, es extraña la forma en que se anuncia la temporada de cacería de la maestra, a la manera de un espectáculo para la tribuna y los tribunos. Y más raro aún que dada su naturaleza mediática, el show no fuera programado en Las Vegas cuando se podría tratar de una pelea más arreglada que las del Canelo y Kahwagi.

Y es que de la crónica de un quinazo anunciado no puede salir nada bueno. Si de los michoacanazos que fueron tan sigilosos todo resultó fallido, imaginemos lo que ocurrirá con un operativo que incluye memorándums y notas a pie de plática.

Así, ni al ChikiliQuadri les va a dejar Elba Esther a los carroñeros. No se hagan ilusiones.

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