Viernes de limpieza y Regina con su escultural figura… envidia de hombres y mujeres. “¿Y la familia?”. “Bien, Don, aunque el alzheimer de mi mamá está peor”. “¿Sí?”. “Sí. Se robó el coche del cuñado para ir al centro y, como ya no ve bien, iba de lado a lado en el camino”. “Madre…”. “El oficial que la paró le dijo: ‘Señora, identifíquese’. Movió el retrovisor, se vio en él y contestó: ‘Afirmativo, oficial. Soy yo’. El policía decidió escoltarla a casa”. “Qué buen policía, Regina”. “Hasta se sentó con ella en la cocina y le explicó que ya no debe manejar. Que su madre, que es de la misma edad, olvida todo. Que algunas veces se da cuenta que carga una hamaca y no sabe si la cuelga o la descuelga. Mi mamá le dijo: ‘Toco madera, hijo, para que mi memoria siga perfecta’, y en cuanto pegó con el nudillo en la mesa, se paró y dijo: ‘Disculpe oficial, tocaron la puerta. ¡Yo abro!’ y se fue. Imagínese”. “¿Y por qué tan atento el policía?”. “Lleva meses buscándome. Lo de mi mamá fue pretexto. Ya somos novios”. “¿Cómo?”. “Pues sí, Don. Ya ve que intentan poner de moda eso de cuidar a los que nos cuidan y pues estoy haciendo mi parte”. “Ah, entonces no es que el policía sea bueno, la buena eres tú”.