La salida de Carstens

Se le tacha de traidor. No hay nada más equivocado, ha sido el único que ha criticado el endeudamiento público...

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Siempre he sostenido que la falta de interés en las noticias económicas por la población obedece a las siguientes razones:

1) La impotencia de manifestarse públicamente ante sus efectos, como el aumento de tasa de tarjetas de crédito, alza de precios por tipo de cambio, negación de créditos, falta de ventas, etc.

2) El desinterés de los gobiernos estatales por comentar esas noticias, ya que el éxito o fracaso económico local no es proporcional a sus ingresos y no es su prioridad; de hecho, son un testigo mudo adicional del manejo económico del país, no pueden morder la mano que les da de comer.

3) Y por último es el tiempo del impacto en el bolsillo; es decir, que suban las tasas en el mundo tarda semanas o meses en hacer que aumenten en México; que se deprecie el peso tarda semanas o meses para que suban los precios, que otorguen préstamo al gobierno tarda semanas o meses en que se empiece a pagar capital e intereses y merme la inversión y empiecen los recortes.

Todos estos factores contribuyen o deterioran la economía familiar, aun así no podemos visualizar la importancia o significado de los sucesos económicos en la prensa. La salida de Carstens del Banco de México significa mucho. 

Se le tacha de traidor. No hay nada más equivocado, ha sido el único que ha criticado el endeudamiento público, el único que defiende el aumento de reservas para apuntalar el crédito internacional, el único que ha presionado con recortes para equilibrar el presupuesto, él fue el que pagó el seguro del precio del petróleo para blindar el presupuesto de 2014 y ganó cientos de millones de dólares por la baja petrolera, pero esta autonomía y atinada visión nadie la ha validado o reconocido. El Gobierno Federal, vía el secretario de Hacienda, es su antagónico y bajo el agua lo tilda de ortodoxo y pesimista; los empresarios lo ignoran y quieren más gasto; a los gobernadores no les competen sus decisiones; la sociedad sólo protesta con su voto por la economía actual, pero no se puede manifestar en su planeación o desarrollo.

Carstens se va siempre diciendo lo que debemos de escuchar no lo que queremos escuchar, con el respeto de todos que sabemos que siempre tiene razón, pero no queremos aplaudir porque su prioridad no es la política del gasto y endeudamiento. Carstens es necesario pero incómodo, tiene razón en irse y espero que encuentre un lugar donde se aprecie su sana administración y políticas económicas.

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