Schmidt y Garrido, maestros

'En México nos hace falta construir ciudadanía. Necesitamos más organizaciones de la sociedad civil. Tenemos un enorme déficit de ONG', dijo el escritor Samuel Schmidt.

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En las horas de insomnio en la madrugada -frecuentes en quien disfruta la noche y sus oscuridades- suelo ver el Canal del Congreso, donde muchas veces pasan programas con destacados intelectuales y activistas sociales que le pegan duro al gobierno. El sábado 1 en esas horas cubiertas aún con el manto plateado de la luna pude ver parte de la comparecencia de Samuel Schmidt, “escritor y periodista”, como si hubiera alguna diferencia entre lo que escriben éstos y lo que hacen los “escritores”.

El doctor Schmidt estaba en la Cámara de Diputados para hablar de política y lo hizo. Sin medias tintas ni consideraciones expuso las deficiencias del sistema político mexicano, pero también fue contundente cuando expresó que en México nos hace falta “construir ciudadanía”. Necesitamos, dijo (no cito textual), más organizaciones de la sociedad civil. Tenemos un enorme déficit de ONG. La presencia ciudadana ante la autoridad es débil y difusa. Nosotros sí oímos a los diputados, pero ellos no nos oyen a nosotros. El punto focal es que hemos hecho de los diputados gestores más que constructores de la vida institucional.

Alguno de los presentes señaló que en México se da el fenómeno de que el PRI gana elecciones bajo la bandera de otros partidos (o coaliciones contrahechas y antinaturales, agrego yo).

Entrada la mañana –casi al mediodía- me tocó asistir a la presentación del programa académico del FICMAYA, donde, sin duda, la estrella fue Felipe Garrido, director adjunto de la Academia Mexicana de la Lengua. He de decir, antes de seguir, que a mí los académicos de la lengua me dan rasquera. La mayoría –como el mismo Garrido señaló- son viejitos que se pelean (o peleaban, a lo mejor ahora ya ni ánimo tienen de eso) a bastonazos y paraguazos por nimiedades semánticas y no veían el caudaloso río del idioma que les pasaba junto a las narices.

Garrido no es de esos “académicos”. Su discurso sencillo, matizado de humor, sus censuras al sistema educativo mexicano –“que hace 50 años olvidó la gramática”-,  y la “falta de lectores que sepan escribir” hizo que mi fobia a los académicos menguara. Ni todos son tan “académicos” ni todos son viejitos. 

Gracias maestro Garrido. Hay que ir a donde quiera que suene su nombre durante el Festival (del 13 al 23 de octubre). 

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