Severo recorte

Hay que considerar que ni la primera potencia económica mundial, Estados Unidos, ha podido hasta hoy equilibrar su presupuesto y mantiene la mayor deuda pública a nivel global.

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¿Hasta dónde la economía mexicana podrá soportar los embates del entorno económico global que lo mismo le ha prescrito la devaluación del peso frente al dólar que el desplome de los precios de los energéticos? Estamos a punto de averiguarlo, o más bien las familias lo resentirán en 2017, con probables repercusiones en las elecciones de 2018.

Porque a pesar de que las variaciones económicas han ocasionado el estancamiento productivo y su retroceso en otras naciones, sobre todo latinoamericanas,  en esta administración federal, no obstante el  declive de la inversión extranjera y la reducción de nuestro comercio internacional, que este año bajó exportaciones e importaciones en más del 9%, el crecimiento de la economía se ha mantenido consistentemente, bajo el influjo de la expansión del mercado interno, con énfasis en el consumo popular, a una tasa promedio del 2.5%, lo que nos ha redituado la creación de 3 millones de empleos, el mayor ritmo en 15 años, mejorando ligeramente el ingreso familiar.  

Sin embargo, dado que este año la deuda total del país superaría el 50% del PIB, además  de las presiones de las agencias de calificación crediticia, como la S&P que ha catalogado como negativa a la mexicana, lo que repercutirá en un incremento en el pago de la deuda pública y dificultará su adquisición, existe en perspectiva un severo recorte presupuestal.

En breve el Gobierno Federal dará a conocer los Criterios de Política Económica y se afirma que el paquete económico de 2017 incluye un superávit primario, es decir que el gasto público se supeditará a sus ingresos, con cero incremento de la deuda pública.

Ha sido el PAN, ¿por lanzar un barrepiés?, quien ha fijado la cifra del recorte, que apoyaría, en 300 mil millones de pesos por debajo del gasto  público de este año, lo que puede calificarse como severo y que podría repercutir en restricción a la actividad económica y en el deterioro del ingreso de los trabajadores.

Quienes promueven el equilibrio presupuestal consideran que la deuda pública pone en riesgo el desarrollo y que los gobiernos sólo deben depender de lo que recaudan, lo que en determinadas circunstancias, cuando los países cuentan con un alto nivel impositivo, puede resultar sano. Pero resulta muy difícil realizar este tipo de ajustes, sin afectar la economía,  cuando se ha ofrecido no crear nuevos impuestos, ni aumentar su tasa. 

Por otro lado, habría que considerar que ni la primera potencia económica mundial, Estados Unidos, ha podido hasta hoy equilibrar su presupuesto y mantiene la mayor deuda pública a nivel global.

No creo que el producto del trabajo exhaustivo del SAT para combatir la evasión y elusión de impuestos alcance para compensar el monto del recorte. Estoy seguro de que todos los partidos, no sólo el PAN, apoyarán un drástico recorte presupuestal pero pensando, más que en la economía nacional, en los resultados de las elecciones de 2018.

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