Tentativa de homicidio… ¿sin móvil?

Aberrante, por decir lo menos, que para la subprocuradora Victoria Pacheco sean víctimas únicamente dos personas: los estadunidenses heridos.

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Entre los grandes misterios que lega el panato al neopriato resalta el turbio manejo de la Subprocuraduría de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo del caso Tres Marías.

Queda por descifrar si su comportamiento en la investigación, como se vio ayer, se deriva de una tan inexplicable como irresponsable ignorancia sobre secuestros o, como se ha documentado aquí, la inquina contra la Policía Federal es porque fue la Unidad de Asuntos Internos de esta corporación, y no la subprocuradora Victoria Pacheco, la que descubrió y entregó a los otros implicados; la que localizó y aseguró los vehículos que habían sido escondidos y la que dio con el encubridor que ordenó el cambio de ropa civil por uniformes oficiales.

Aberrante, por decir lo menos, que para ella sean víctimas únicamente dos personas: los estadunidenses heridos.

¿Por qué no también el marino mexicano Fabián Molino Yera, quien según algunos implicados conducía la camioneta e “inició los disparos contra elementos policiales”, pero a quien la oficial Ivonne Romero Moreno vio solo disparando “al aire”?

¿Tampoco lo es el director de Protocolo del INAH, Salvador Vidal Flores Pérez (liberado el día anterior en el área precisa del bochornoso incidente), cuyo testimonio avala que los policías buscaban a sus secuestradores?

“El día 23, efectivamente, existe el evento al que hacen referencia (el secuestro de Vidal), pero objetivamente nada tiene que ver con la investigación; es un asunto que se trata o está investigado por el fuero común; no corresponde al fuero federal; no estaba asignada la investigación; no había colaboración para que la autoridad federal realizara esa investigación; es decir, no tiene relación con los hechos que investigamos...”, dijo la señora.

¿Desconoce que fueron esos mismos policías los primeros en saber del plagio y los que apoyaron al secuestrado en la inmediata búsqueda de los criminales y en la denuncia ante la Procuraduría de Morelos?

¿Ignora que la PF ha intervenido (con o sin “asignación” o “colaboración”) en el esclarecimiento de más de… ¡dos mil 500 secuestros!?

¿Para qué tomó personalmente, y por qué desechó, lo mismo una declaración “informal” como después la ministerial de rigor (más de ocho horas en total) del sobreviviente del INAH?

De lo perdido lo hallado: la agencia AP replicó hace algunas semanas la patraña de que los 14 policías eran sicarios de la banda de los Beltrán Leyva, pero su reportero Juan Diego Quezada preguntó ayer si el ataque tuvo relación con el crimen organizado.

“En la subprocuraduría a mi cargo no tenemos esta línea de investigación”, respondió Pacheco…, sabedora de que tampoco la tienen en otras áreas de la PGR.

Inconsistente, insuficiente y tendenciosa, la investigación deja sin respuesta la pregunta clave: si el ataque no fue por confusión (como, por cierto, llegaron a decir los secretarios de Marina y Gobernación) y se trató de asesinar a los ocupantes de la camioneta, ¿cuál pudo ser el pinche móvil…?  

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