#UberSeQueda o #UberSeVa

La irrupción del mundo digital en la vida diaria de la sociedad creó no solamente nuevos paradigmas en cómo realizamos las cosas...

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La irrupción del mundo digital en la vida diaria de la sociedad creó no solamente nuevos paradigmas en cómo realizamos las cosas, también la necesidad de regular estas innovaciones a fin de proteger a la comunidad, no de peligros inminentes, sino de la libertad que ofrecen, siendo así el principal punto de debate, definir hasta donde llega la autonomía de la web.

El debate entre los taxistas del Distrito Federal y el servicio de Uber, queramos o no, está mucho más allá de la oferta y la demanda por un servicio y su calidad. Cierto es que los "martillos" tienen mala fama ganada a pulso, hecho que el ente privado aprovechó para crear una alternativa más acorde a los deseos de la sociedad -que tenga conexión a internet-, misma que abrazó el servicio, lo recomienda y en estos días, lo defiende a punta de "tweetazos" y "hashtags".

Pero, no podemos ignorar que al menos en un punto los taxistas sindicalizados tienen razón: ¿quién regula a Uber? En la práctica, la ley de la oferta y la demanda, y nada más. Los reglamentos que conciernen al servicio en la capital de la República, no tienen contemplada una situación como esta. Nos guste o no, sí es necesario que el Estado regule, más no que controle, estas nuevas prestaciones surgidas del mundo digital, por el mismo motivo que también debería poner freno al abuso de los taxistas: el bien de la sociedad. 

Del otro lado, los usuarios de Uber tienen razón al contraponer la realidad a las protestas de los sindicalizados, pues si exigen regulación, ellos también deben cumplirla. Y es precisamente este punto el origen del reclamo social: ¿puede el Estado actual regular los servicios provenientes del mundo digital, cuando es incapaz de hacer lo propio con los taxistas? 

Entre piratas te veas 

El riesgo, según la visión de quienes simpatizan con el servicio, es que la corrupción que impera en los sindicatos destruya también a lo que consideran como una prestación "ciudadana" e "independiente", sin embargo, esto conlleva un fuerte riesgo que el gobierno no puede dejar pasar, pues el "libertarismo" sin cortapisas podría ser el origen de otros problemas que, hasta ahora, no han querido considerar los seguidores a ultranza de Uber, siendo el "pirataje" el mayor de ellos. Evidentemente, la contradicción viene sin más ni más: ¿quién es el encargado de evitar este problema en los taxis sindicalizados, y ha fracasado? El Estado, ese mismo que quiere ponerle freno a Uber.

Este problema tan sonado en la Ciudad de México es sólo el más reciente en la cadena de debates sobre las libertades digitales que tienen al mundo "de cabeza", si bien en este caso, es algo que toca con mayor fuerza las fibras sociales. En cierta forma, la manifestación y su correspondiente golpeteo en las redes sociales, ayudarán a que estos tópicos se popularicen, fomentando la concienciación sobre los muchos cambios que la web ha traído en nuestra vida y que requieren, sino de leyes, sí de una sacudida de mentes para defenderlas, y sobre todo, entenderlas. 

Uber, la música en línea, los libros digitales, entre otros temas, son la cabeza de playa del encarnizado combate de la sociedad moderna por romper el molde tradicional al cual se le quiere obligar a coexistir. 

No abogamos por el libertinaje o actitudes libertarias como acusan taxistas y políticos que los solapan, pues esto causaría los problemas que se quieren evitar; apostamos por un marco legal pensando para una nueva forma de hacer las cosas, diferente a la idea del Estado y otros entes -como los sindicatos-, que pugnan por suscribirnos sin más a leyes "caducas" que no tienen en cuenta la nueva realidad digital en la que se desenvuelve la sociedad. 

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