¡Vaya con la valla vaya!

Un homenaje a las míticas murallas de Mordor, allí donde los orcos hacen su nido.

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Con gran pesar recibí la infausta noticia de que en un acto revisionista y populista, tanto la SSP como el Estado Mayor Presidencial retiraron su cerco informativo al Palacio Legislativo que, sin duda, era una entrañable demostración estalinista, ejemplo de democracia y libertad. No puede ser que, además de arrancarle a los mexicanos este bonito recuerdo de los evocativos tiempos de la dictadura perpetua, las autoridades hayan reculado con un tema que no solo era de orden, honradez y ornato como en las tiras del Cuarto Reich del gran Palomo, tenían un fin puramente estético. Un homenaje a las míticas murallas de Mordor, allí donde los orcos hacen su nido.

Lo extraño es que aunque hasta Osorio Chong haya exigido el retiro de las espléndidas vallas (seguramente requiere de algunas para reforzar Los Pinos), no aparezca aún ningún funcionario civil, federal o militar que se haga responsable de tan espléndida demostración totalitaria. Un operativo tan lúcido y lucido tendría que ser reconocido con medallas y aplausos.

El diputado panista, Luis Alberto Villareal, de la benemérita Junta de Coordinación Política, que debe estar provisto de un humanismo superior, avaló el cerco de San Lázaro bajo la filosofía del “cuánto vale para el pueblo de México ver que su clase política haga las cosas con civilidad, cuánto vale la imagen de México, creo que eso vale más que cuatro o cinco días de incomodidad”.

Que se lo explique a las señoras que tenían que dar un rodeo de 80 kilómetros para ir al mandado. Sin duda les diría que el ejercicio es bueno para la salud. Y lo es, pero no cargando una gruesa de naranjas.

Y lo peor es que no hubiera salido nadie de los que planearon el levantamiento de tan espléndida muralla que, según dicen las malas lenguas pero viperinas, están hechas con los materiales sobrantes de la Estafa de Luz, algunas donaciones de la hermana república de Azerbayán y ciertas reminiscencias de las etapas más gloriosas de la era pinochetista.

Por alguna razón creen que calladitos se ven más bonitos. O sea, ¿nadie va a echarse la culpa del desaguisado para que los sospechosistas no digan que es el primer error de un gobierno que no entra en funciones?

¡Qué tiempos vivimos, por Dios!

Sobre todo cuando los diputados perredistas aprovecharon la oportunidad para lucirse y derribar esa preciada barda que tenía algo de Tirano Banderas, como si estuvieran tirando el Muro de Berlín. Nada más les faltó que pusieran “The Wall”, de Pink Floyd, a manera de música de acompañamiento.

Esos ladrillos, ¡a la pared!

www.twitter.com/jairocalixto

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