Javier Ortiz/SIPSE
BACALAR, Q. Roo.- Después de dos años de tocar puertas, la empresa apícola “Lol-Há” de la comunidad de Buenavista, que comercializa miel en envases y al menos diez productos derivados del mismo, consiguió su código de barras, que le permitirá vender sus productos en supermercados de la entidad a gran escala.

Habían tocado varias puertas y después de varias vueltas recibían la misma respuesta negativa, por lo que tenían que conformarse con comercializar su producción al menudeo, en puntos de venta que ellos mismos conseguían en la ciudad de Chetumal, Bacalar y lugares cercanos, lo que limitaba su desarrollo.

Bruno Cocom, representante de la empresa, confió que la introducción de su producto al mercado, significará el despunte de su actividad, pues ha sostenido pláticas con representantes de tiendas de auto servicio, que le han expuesto la necesidad de que su producto cuente con código de barras para ser aceptados.

Su pequeña empresa familiar denominada “Lol-Há”, ubicado en la comunidad de Buenavista, elabora productos derivados de la miel, como palanqueta de amaranto, de granola, caramelos, extracto de propoleo y miel envasada, entre otros y han aprendido a transformar la fruta de temporada en mermelada de Jamaica, tamarindo, papaya, mango y piña, con lo cual pretenden ofrecer mayor variedad a sus productos, los cuales pretende introducir a los supermercados de la capital del estado y del norte del estado.

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De productores a empresarios 

Eduardo Jesús Marzuca Ferreiro, delegado del Instituto Nacional de la Economía Social (Inaes), indicó que los apoyos que otorga dicha instancia, están encaminados a cambiar la situación de los productores a empresarios, de modo que en lugar de vender de puerta en puerta, aprovechen el enorme mercado que significa el norte del estado que requiere de productos del campo, para los más de 10 millones de turistas que cada año arriban a la entidad.

Mismos que requieren productos de todo tipo, desde artesanal hasta del campo, pero la producción agropecuaria se presenta de manera desorganizada, por lo que esa instancia está priorizando la organización de los distintos sectores productivos, para aprovechar ese mercado.

Dijo que se han sectorizado y focalizado los apoyos que se brindan de acuerdo a la vocación de cada zona productiva, ejemplificó con los casos de Manuel Ávila Camacho, Vallehermoso, La Pantera y Pedro A. Santos para la producción de piña, los cuales han recibido apoyos para que produzcan más y mejor, pero también para que tengan un valor agregado, otorgándoles los mecanismos para que envasen sus productos y tengan otro tipo de mercados, de modo que la fruta no se desperdicie por descomposición.

Lo mismo ocurre con otras zonas donde la producción preponderante es la miel o sandía, “la intención es otorgar apoyos integrales, focalizados a manera de que sean aprovechados al cien por ciento y no sólo sean paliativos para su actividad”, destacó.

Código de barras

De acuerdo a especialistas, los códigos de barras, se imprimen en los envases, embalajes o etiquetas de los productos, el cual imprimen los fabricantes (o, más habitualmente, los fabricantes de envases y etiquetas por encargo de los primeros) y, en algunas ocasiones, los distribuidores, mismo que tiene capacidad de almacenamiento de datos y los cuales se obtienen tras un trámite

Se trata de un patrón de barras paralelas de diferente grosor que se imprimen en etiquetas de papel u otro material, que sirve para codificar una serie de datos del ciclo de venta de los productos de consumo. Esta información, vertida en un sistema de cómputo, es estratégica para desarrollar las labores de producción, distribución, logística y ventas. Es una herramienta que ayuda a simplificar los procesos, tanto al interior de la empresa como con los clientes y socios del negocio.