Redacción
CANCÚN, Q. Roo.- La artesanía mexicana va más allá de ser piezas originales con una mezcla de colores y texturas, se trata de trabajos elaborados con técnicas ancestrales que pasan de una generación a otra y que le dan un valor único, sin embargo en el mercado el regateo se hace presente restándole el esfuerzo y dedicación que se le invierte en su elaboración.

El artesano indígena Nicolás Hernández Santillán, mencionó que los artesanos tienen que sortear el regateo a la hora de vender sus productos, por lo que se se pierde el valor real de las piezas hasta en un 35%, ya que con tal de vender y recuperar algo de lo invertido ceden a la presión de los compradores.

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Dijo que la artesanía se construye como parte de un proceso creativo amalgamado por la destreza manual, la creatividad, además se conforma por las características culturales de las etnias que representa, de modo que se traducen en obras de arte que como tal debe pagarse.

“A pesar de que la gente se sorprende de lo espectacular de la artesanía, cuando deciden comprarla tienden a exigir un descuento con la clásica frase de: cuánto es lo menos, regateando el precio y el artesano que generalmente suele vender una o dos piezas por día, donde termina cediendo''.

Comentó que hay piezas de artesanía que para su elaboración se lleva meses, pues se realizan con materiales naturales como la palma, la cual debe secarse y luego someterse a un proceso de pigmentación o las textiles que son bordados a mano, en si hay diferentes técnicas para su elaboración que implican tiempo.

Hernández Santillán, mencionó que otro problema a que se enfrentan los artesanos es la falta de espacios para vender sus piezas, pues ante lo caro que implica establecerse en un lugar fijo por el pago de impuestos, terminan de ambulantes, expuesto a que las autoridades del comercio y vía pública les decomisen sus productos.

Sostuvo que hay casos muy tristes de artesanos que fueron golpeados e incluso encarcelados por ofrecer sus mercancías, de ahí que muchos terminan por abandonar el oficio y en el peor de los escenarios terminan pidiendo limosna.

Añadió que de la venta de artesanía se beneficia todos los pueblos indígenas, porque se trata de un trabajo colectivo, que implica mantener viva la cultura, las tradiciones y las técnicas que se van pasando de generación en generación.