Madre, una película de horror

La nueva cinta de Aronofsky es una alucinación de la que cada quien saca sus propias conclusiones.

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La película es protagonizada por Jennifer Lawrence. (Contexto)
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Por Rafael R. Deustúa

De la misma forma que una celebridad filtra unas fotografías comprometedoras suyas para volver al candelero, Darren Aronofsky apuesta a una película controversial para sacudir el mundo cinematográfico y darse aires artísticos. El resultado es un filme del que se puede hablar tanto a favor como en contra y todos tendrían razón en lo que digan, pues “¡Madre!” justifica que se diga lo mejor y peor de ella.

En 1988 Rolando de la Rosa colgó en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México -como parte de una instalación- un cuadro con una Vírgen de Guadalupe con rostro de Marilyn Monroe, provocando la ira de millones de personas en el país. El director del museo fue destituído y la obra retirada, ante las quejas de quienes defendían la libertad de expresión, afirmando que era una gran obra de arte. Hoy en día esa pintura es sólo una anécdota y es el destino más probable de “¡Madre!”.

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Al principio la historia se centra en la esposa de un poeta con bloqueo de escritor, o al menos eso creemos pues en delante se va llenando de metáforas religiosas en un innecesariamente desquiciado retrato que probablemente ofenderá a católicos y cristianos. Quienes gustan de cuestionar esas religiones e intelectualizarlas es factible que aplaudan la película.

La narrativa es una gran metáfora compuesta de muchas otras, por lo que es difícil de digerir, pero una vez que se toma el hilo, todo es demasiado obvio. El director se deleita creando imágenes estéticas que luego va adereza cada vez más hasta que pierden su belleza. Es como si viera que nos gustó un poco de pimienta en la comida y agregara más por cucharones.

En cuanto a actuaciones, Michelle Pfeiffer roba cámara a Jennifer Lawrence, quien no sabe cual es su personaje o se ve tan desconcertada como la audiencia. Javier Bardem y Ed Harris tiene roles sólidos.

Despedazar “¡Madre!” como película es demasiado sencillo, pues el director se regodea con saña en la iconografía religiosa. Hay puntos de elogio, como el valor de hacer una cinta original dentro de un universo de cine comercial, pero lo más básico es que el filme se estrena en el peor momento, pues tras vivir el terremoto, las intelectualizaciones de Aronofsky son tan valiosas como un borracho filosofando.

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