Por Rafael R. Deustúa

Todos tenemos un plato de comida favorito que, por lo general, sólo nos gusta cuando lo hace una persona determinada o lo comemos en un mismo restaurante. Puede parecer igual en otros lados pero no nos sabe igual a nosotros. Así pasa con “Valerian y la ciudad de los mil planetas”, tiene los mismos pros y contras de toda superproducción veraniega, pero no la familiaridad de los superhéroes, transformers o furiosos pilotos que ya conocemos.

Dentro de 700 años el Gobierno Federal Humano envía a los agentes especiales Valerian y Laureline a apoderarse de una misteriosa creatura, última de su especie y llevarla a Alpha, una estación espacial de tamaño planetario donde conviven miles de civilizaciones pero que está en peligro. Cumpliendo su misión ellos descubren que hay algo extraño en sus órdenes.

El tono ligero del libreto de “Valerian” es engañoso, pues en principio parece dar los personajes planos de toda superproducción, pero cuando se piensa un poco notamos que los elementos para darles personalidad están ahí, pero no nos los subrayaron con neón al estilo hollywoodense. También parece que robaran ideas de muchas películas anteriores, pero es porque “Star Wars” y otras se inspiraron
en el cómic en que se basa ésta.

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Luc Besson, domina el filme en todos sus aspectos, lo más notorio es un redondo diseño de producción, tan atractivo y rico en detalles como en “El quinto elemento”. Su problema es que no logra duplicar la universalidad que tuvo esa cinta, que gustó a personas de todas las edades mientras que “Valerian” parece apuntar sólo a adolescentes.

El filme abunda en acción, los personajes tienen su atractivo y tanto Dane DeHaan como Cara Delevigne tienen sus momentos, además de Clive Owen y Sam Spruell. Hay cameos de Rihanna, Rutger Hauer y un Ethan Hawke irreconocible.

“Valerian” vale la pena verse más de una vez por su riqueza visual, siempre queda la sensación de que es tan rápido lo que ocurre que no da tiempo de apreciar todo. Esa riqueza se traduce en que sentimos que es un universo mucho mayor de lo que vemos.

El “pecado” de la película es ofrecer personajes alejados de nosotros en tiempo y espacio, son del comic francés setentero, era y humor diferentes. Capitan América, Dominic Toretto o Batman no son mexicanos, pero los aceptamos como son y sabemos que esperar de ellos para bien o mal.

Esta es una película que entretiene y divierte.