Mexicano halló su pasión al nadar con tiburones

Gerardo del Villar, quien creció rodeado de animales, es un fotógrafo subacuático, expedicionario y conferencista; y un adicto a la adrenalina.

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Gerardo del Villar encontró su pasión no solo en estar con tiburones, sino en tomarles fotos bajo el agua. (EFE)
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EFE
MÉXICO, D.F.- Los tiburones, esos animales estigmatizados por las películas y señalados entre los más peligrosos del reino marino, concilian las distintas facetas del buzo mexicano Gerardo del Villar.

Además de esa actividad, Del Villar también se desempeña como fotógrafo subacuático, expedicionario, conferencista; pero sobre todo es un adicto a la adrenalina, la cual activa al nadar muy cerca de los escualos.

A Gerardo el amor por los animales le viene desde su niñez, en la que interactuó con vacas, borregos y caballos en el rancho de su padre en Tulancingo, estado de Hidalgo, y cuando cumplió 14 años conoció a un grupo de forcados, mozos que esperan a pie firme en el ruedo a los toros y los sujetan hasta inmovilizarlos.

Esa etapa le duró 10 años, durante los cuales recorrió decenas de plazas de toros del país hasta su despedida en la Plaza México en 1995.

"Como me gustaba mucho sentir la adrenalina comencé a practicar diferentes deportes, pero ninguno me llenaba, no me sentía satisfecho, hasta que una vez buceando pude ver de cerca un tiburón y fue amor a primera vista; ahí nació mi pasión", explicó a Efe.

Del rechazo a la portada

No tenía intenciones de convertirse en fotógrafo subacuático, pero en la Isla de Guadalupe, frente a las costas del estado de Baja California, pudo observar de cerca un tiburón blanco y en ese momento logró sus primeras placas, prácticamente como aficionado, las cuales ofreció a una revista pero que le rechazaron.

Del Villar, quien cuenta con una empresa que realiza expediciones de buceo, principalmente para observar tiburones, se fue a estudiar fotografía y regresó al año siguiente, pero con mejor equipo, y alcanzó la portada de la revista, consolidando sus dos pasiones: los tiburones y la fotografía.

Bajo ambas etiquetas concretó el Proyecto Tiburón, con el objetivo de nadar, sin jaula ni protección, cerca de las "diez especies de tiburones más peligrosas del mundo".

Según su experiencia, los tiburones "no son tan agresivos, lo que sucede es que están estigmatizados por películas y programas de televisión; los han etiquetado como animales asesinos".

Documental

Esa idea lo llevó a realizar el documental "Tiburones de México. El santuario del mundo", en que trabajó desde septiembre de 2011 hasta mayo de 2014.

En ese trabajo, que realizó junto con un equipo de buzos, fotógrafos, videógrafos y biólogos, Gerardo intentó mostrar al mundo algunas realidades; la primera, que en las aguas marinas mexicanas habitan 104 especies de tiburones de las casi 500 que existen.

El segundo objetivo fue dar a conocer la biodiversidad que existe en México, "la cual poca gente conoce", y el tercero conocer el momento actual que viven estos animales en cuanto la caza y descenso de su población a nivel mundial.

Gracias a sus expediciones, Gerardo descubrió que en "la Isla de Guadalupe, a unos 900 kilómetros de las costas bajacalifornianas en el Pacífico mexicano, "es el mejor lugar del mundo para observar tiburones blancos".

Riqueza mexicana

"Cuando a las personas les digo que vamos a ir a ver tiburones blancos me preguntan si es en Australia o Sudáfrica, y es en México", precisó.

Aseveró que "nadie sabe de las riquezas que tenemos en los mares mexicanos" y puso como ejemplo las aguas de las islas de Holbox, Contoy y Mujeres, las cuales "tienen la mayor cantidad de tiburones ballena a nivel mundial" con más de 800 animales registrados, aunque se dice hay más de 1,300.

Contó que en Playa del Carmen, Quintana Roo, se pueden observar tiburones toro y en las Islas Revillagigedo, Colima, en una sola inmersión se pueden encontrar hasta siete especies de tiburones.

Contó que es complicado "trabajar" dentro del agua. "Imagínate, si afuera del agua es complicado hacer una sesión fotográfica, bajo el agua es el doble de difícil", dijo, aunque en el agua es donde se siente "más cómodo" debido a la sensación de ingravidez y libertad.

Del Villar, quien tiene cerca de 23 años en el buceo, empezó a los 20, se dedica a la fotografía subacuática desde hace 10 años y tiene casi ocho "dedicado a seguir y trabajar con los tiburones".

El documental, que ha sido proyectado en distintas instituciones educativas, tuvo su estreno formal el 29 de octubre en la Ciudad de México.
La filmación se ejecutó en Cancún y Playa del Carmen (Quintana Roo); Cabo Pulmo, Cabo San Lucas y La Paz (Baja California Sur); Veracruz (Veracruz); Islas Revillagigedo (Colima) e Isla Guadalupe (Baja California), así como en Tiger Beach (Bahamas).

El trabajo ha acumulado distinciones en festivales como el prestigiado Blue Ocean Film Festival, en que fue finalista en la categoría de película en lengua extranjera en 2014 además de obtener mención honorífica en la de exploración y aventura.

También fue finalista en la selección oficial del Barcelona Underwater Film Festival 2014 y obtuvo el premio especial en el Wildlife Vaasa Film Festival de Finlandia.

 

 

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