Así es la discriminación que sufren las científicas

Diversos estudios han demostrado que son evaluadas con menos interés y les ofrecen bajo sueldos.

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La forma en la que son tratadas las mujeres dentro del ámbito científico es también motivo de estudio. (Corbis)
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Agencia
CIUDAD DE MÉXICO.- Hoy, 11 de febrero, se celebra el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia y en ese marco se ha dado a conocer una investigación que las mujeres salen perjudicadas frente a los hombres cuando se evalúa al solicitante en lugar de la calidad de los proyectos científicos.

Así lo aseguran los investigadores de un estudio publicado este jueves en la revista médica The Lancet tras analizar casi 24 mil solicitudes de becas en los Institutos Canadienses de Investigación de la Salud (CIHR, por sus siglas en inglés), informa el periódico español El País.

A la falta de modelos a seguir en los medios de comunicación y en los libros de texto desde que son pequeñas se suman los problemas de conciliación familiar y laboral, los obstáculos para que su trabajo sea reconocido y la dificultad a la hora de conseguir financiación para sus proyectos.

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“En todos los países y disciplinas, los estudios muestran que los investigadores hombres reciben más fondos de investigación que las mujeres. La brecha de género en la financiación de la investigación se deriva de las evaluaciones del científico, no de la ciencia”, explica Holly O. Witteman, coautora del estudio. Es investigadora de la Universidad Laval en la Ciudad de Quebec (Canadá) y considera que “el sesgo en la revisión de la subvención, ya sea individual o sistémica, impide que se financie la mejor investigación”.

Lola Pereira, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) y catedrática de Petrología y Geoquímica de la Universidad de Salamanca, quien es ajena a dicha investigación señala que las mujeres no solo encuentran más dificultades que los hombres a la hora de encontrar financiación.

“Ocurre lo mismo en la evaluación de proyectos, de trabajos de investigación y de resúmenes que se envían a los congresos”, afirma. Ella ha sufrido en primera persona esta discriminación: “A lo largo de mi carrera profesional he tenido unas trabas tremendas. Me ha costado mucho llegar hasta aquí”.

Por ejemplo, recuerda cómo siempre le rechazaban los proyectos que presentaba a las convocatorias nacionales y, tras presentar alegaciones, se los concedían.

Otros estudios al respecto

Un estudio publicado en PNAS en 2012 por un grupo liderado por Corinne A. Moss-Racusin, psicóloga de Skidmore College (EEUU), ya sugería que los profesores universitarios, independientemente de su género, evalúan de manera más favorable una candidatura para director de laboratorio si va firmada por un hombre.

Ese mismo año, un estudio de la Universidad de Yale publicado en la misma revista también mostraba esta discriminación. Los investigadores enviaron a 127 profesores de seis universidades públicas y privadas de Estados Unidos varias candidaturas para el puesto de jefe de laboratorio de un recién graduado. Expedientes idénticos fueron encabezados con dos nombres diferentes: Jennifer y John. Pese a que solo cambiaba el nombre, los resultados fueron distintos. Las candidaturas con nombres femeninos eran evaluadas significativamente peor que las de masculinos. Además, a ellas se les ofrecían sueldos más bajos que a ellos.

En comparación con los hombres, las mujeres tienen menos probabilidades de ser vistas como líderes científicas y contribuyen con más trabajo por menos crédito en las publicaciones. Así lo afirma Pereira, que explica que “las promociones se hacen en función de los trabajos publicados y el índice H, que mide las citas que tiene una persona en sus publicaciones”: “Por el carácter que tenemos las mujeres no solemos citarnos a nosotras mismas al escribir un trabajo mientras que los hombres sí lo hacen. Eso se refleja a la hora de pedir proyectos y en las promociones internas y externas”.

Una posible salida

Una posible solución para reducir este tipo de barreras a las que se enfrentan las mujeres, según señala Holly O. Witteman, sería que los programas financien proyectos en lugar de personas. Ya hay algunas entidades que han mostrado interés por este tipo de métodos, según cuenta Pereira: “Cuando haces una solicitud, no se envía a evaluar la página en la que pones los datos personales”.

“Las mujeres al haber tenido tantísimos problemas para llegar arriba estamos más concienciadas de que las evaluaciones tienen que ser objetivas. Una mujer no es mejor por ser mujer. Puede ser mejor, igual o peor. Da igual el género, lo que cuenta es la ciencia”, concluye Pereira.

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