Esto es lo que pasa en tu cuerpo cuando tienes hambre

Este efecto se da de maneras diferentes en cada persona.

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El nivel de glucosa en sangre es una medida de lo bien alimentados que estamos en el momento. (Contexto/Internet)
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Agencias
CIUDAD DE MÉXICO.- ¿Te pones de muy mal humor cuando tienes hambre? O tal vez conoces a alguien cercano al que le ocurre eso. Incluso insisten personas a las que las ganas de comer le causan un humor irascible, informa el portal HuffingtonPost.

Puedes pensar que esto nos pasa a todos, pero no es cierto. En ciertos casos ese mal humor es real, agresivo y hasta puede causar episodios de conflictos con otras personas.

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Como dato de color, en lengua inglesa existe la palabra coloquial “hangry“, mezcla de angry y hunger, para definir ese mal humor procedente exclusivamente del hambre.

¿Qué te pasa cuando sientes hambre?

Si bien parece algo sin mucha importancia, algunos estudios lo han identificado como la razón principal de los conflictos existentes entre parejas. ¿Por qué ocurre? La respuesta está en la glucosa, es decir, el azúcar en la sangre.

Cuando digerimos los alimentos, los convertimos en componentes más pequeños: azúcares, proteínas, grasas. Estos azúcares van a parar fácilmente al torrente sanguíneo y se distribuyen por todo el cuerpo.

Estos suponen energía inmediata para nuestras células. Además, son el único “combustible” del que se alimenta el cerebro ya que son fácilmente transportables mediante la sangre, a diferencia de las grasas.

En definitiva, el nivel de glucosa en sangre es una medida de lo bien alimentados que estamos en el momento ya que es un indicativo cerebral de la cantidad de “combustible” disponible, de acuerdo a Hipertextual.

A la inversa, cuando merma la concentración de azúcar nuestro cerebro detecta un problema: ¡falta alimento! Esto es a nivel celular, por supuesto. Pero lo que vale para la célula, vale para el cuerpo. Así, que pronto comienza la sensación de hambre: hay que comer para volver a un nivel adecuado. ¿Y qué pasa mientras no comemos?

El cerebro no quiere esperar mucho, ya que necesita azúcares y los necesita a todas horas. Es entonces cuando lanza una señal de respuesta contrarreguladora. Esto quiere decir que envía una serie de señales para liberar hormonas que nos ayudarán a liberar más azúcar en sangre a partir de nuestro cuerpo. Y aquí es donde llega lo malo.

Cuando el cerebro detecta que hay poca glucosa en sangre (azúcar), envía tres señales rápidamente. Una de ellas es al páncreas para que segregue glucagón, una hormona que ayuda a que se metabolice el glucógeno que, básicamente, es la reserva almacenada que tenemos de azúcares.

Otra de las señales se envía a la glándula pituitaria para que controle los niveles de hormona del crecimiento. Hasta aquí, no hay problema. Pero la tercera es una señal a las glándulas suprarrenales, encargadas de segregar adrenalina y cortisol.

Estas dos hormonas justamente actúan en los momentos de estrés: son un indicativo de que algo no va bien y que hay que poner en marcha una medida para tener energía disponible (entre otras cosas). La adrenalina y el cortisol predisponen al cuerpo para defenderse o huir en caso de peligro.

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