Tiburón ballena: el gigante del caribe mexicano

Esta especie puede alcanzar 20 metros de longitud y pesar 40 toneladas, pero que curiosamente se alimenta de la fauna marina más pequeña.

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[Foto: Emanuel Mimila]
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Quisiera empezar esta nota respondiendo la pregunta que mi colega Inés López Ercilla de Comunidad y Biodiversidad (COBI) se planteó hace unos meses.  ¿Qué soñaba yo en mi infancia? Soñaba con ser parte de las investigaciones presentadas en los documentales sobre la naturaleza que veía en televisión, principalmente aquellos enfocados en la vida del inmenso océano.

Desde que tengo memoria he sentido una gran curiosidad por la naturaleza. Cuando niño, este mundo eran los pequeños bichos y los árboles que encontraba en un parque, o en la finca donde mi abuelo trabajaba y que cada domingo solía visitar con mi familia. Las excursiones a los zoológicos y acuarios eran el alimento que nutría mi curiosidad infantil.

Una escena que perdura en mi memoria es el vaivén de la aleta caudal de un tiburón tigre en el acuario de Veracruz mientras se desplazaba con tranquilidad, pero con mucha autoridad, en la gigante pecera. No lo supe en ese momento, pero esa escena me marcaría para siempre.

Conforme pasó el tiempo, mi interés por la biología marina fue aumentando. Un grupo de animales marinos que desde siempre me cautivó, y que merodeaba sigilosamente en mis pensamientos tal y como se comportan en la naturaleza, es el de los tiburones. Animales milenarios que han habitado el planeta desde antes que los dinosaurios y que representan un acierto evolutivo de la naturaleza, pues su forma no ha cambiado mucho en millones de años. Depredadores tope que desempeñan papeles fundamentales para mantener en equilibrio y con buena salud a los ecosistemas.

Desafortunadamente, hoy en día alrededor del 75% de las especies de tiburones y mantarrayas del planeta están amenazadas. Se estima que desde los años 70’s, las poblaciones de diversas especies de tiburones en el mundo se han reducido entre 60% y 95%. Imagínense haber sobrevivido al menos cuatro extinciones globales, incluyendo la desaparición de los dinosaurios, y que en los últimos 50 años los tiburones estén en una situación crítica debido a la sobreexplotación.

[Foto: Cecilia Navarro]

Una de estas especies es el tiburón ballena: un enorme tiburón que puede alcanzar 20 metros de longitud y pesar 40 toneladas, pero que curiosamente se alimenta de la fauna marina más pequeña, es decir, el zooplancton. Un gigante, pero gentil tiburón con un patrón de coloración muy atractivo, y que puede pasar entre 7 y 11 horas comiendo para obtener la suficiente energía que un animal migratorio de tales magnitudes necesita para completar su ciclo de vida.

En 1849, los científicos describieron por primera vez al tiburón ballena, pero hace poco más de 30 años se iniciaron los estudios formales sobre este pez.  Desafortunadamente, desde 2016 esta especie está considerada en peligro de extinción, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. 

En 2002, en el Caribe mexicano, se comenzaron a ofrecer viajes turísticos para observar y nadar junto a este gran pez. Ese mismo año, autoridades y prestadores de servicios turísticos identificaron la necesidad de regular esta actividad. Al mismo tiempo se iniciaron estudios sobre este tiburón en la zona.

En 2005, la Dra. Natalí Cárdenas Palomo y el Dr. Oscar Reyes Mendoza, de Pronatura Península de Yucatán y el Laboratorio de Producción Primaria del CINVESTAV-Unidad Mérida, iniciaron un proyecto de investigación para el manejo sustentable del tiburón ballena en el Caribe mexicano. Muchas preguntas surgieron: ¿Cuántos son? ¿Qué sexo y qué edad tienen? ¿Por qué vienen y por qué en ciertos meses? ¿Cómo los protegemos?

[Foto: Nelly Quijano]

En 2011, tuve la oportunidad de participar en una salida de campo de este proyecto. Esa vez nadé con un solitario tiburón ballena que se paseaba en las aguas color esmeralda cerca de Cabo Catoche, en el noreste de la Península de Yucatán. El encuentro fue de sólo segundos, pero atrapó mi interés y reavivó mis ganas de querer aprender sobre ellos. Recuerdo que estaba en el agua y escuché el grito desde la embarcación: ¡Tiburón! Me produjo una mezcla de nervios, casi miedo, pero sobre todo euforia.

En 2014 me uní a Pronatura Península de Yucatán, ahora como el responsable del proyecto de conservación del tiburón ballena, un trabajo que se ha realizado de manera ininterrumpida desde hace 18 años. Estudiar a los tiburones ballena en el Caribe mexicano no ha sido fácil, pues se requiere de inversiones de largo plazo. Para nuestra fortuna, y la del tiburón ballena, en 2019 SAC-TUN se interesó en el trabajo que Pronatura Península de Yucatán realiza con esta especie, y que ahora forma parte de la estrategia ambiental de la empresa en el largo plazo. La información que se está generando con el apoyo de SAC-TUN es fundamental para contribuir en el desarrollo de una actividad turística sustentable y para la conservación de los tiburones ballena para esta y las generaciones futuras.

Gracias a las investigaciones hoy sabemos que la principal razón de la presencia de los tiburones ballena en el Caribe mexicano es el alimento, una abundante mezcla de huevos de peces y organismos microscópicos. A través de los años hemos identificado temas importantes lo que nos ha llevado a ampliar nuestras líneas de trabajo. Por ejemplo, analizamos las modificaciones del comportamiento de este tiburón en presencia de embarcaciones turísticas y acciones específicas de los nadadores, ahora sabemos qué conductas debemos evitar para no modificar el comportamiento de los tiburones o afectar el tiempo que pasan alimentándose.

En los últimos 75 años, los avistamientos de estos tiburones en el mundo han disminuido en promedio un 50%, y aunque las razones no son claras, se presume que podría deberse a la pesca legal (cuando estaba permitida) o ilegal.  Desafortunadamente, estos tiburones ya no se observan en ciertos lugares en donde antes eran abundantes.

El turismo ha sido y es una herramienta importante para ayudar a conocer y conservar a los tiburones ballena. Sin embargo, si no se hace de manera responsable puede representar una amenaza. Por eso, toda persona que visite la zona donde los tiburones ballena se alimentan debe conocer y respetar el reglamento establecido.

Nadar con el tiburón ballena es una experiencia de vida, y esto lo hemos escuchado de boca de centenares de turistas. El Caribe mexicano es una región privilegiada pues aquí se ha registrado una de las agregaciones de tiburones ballena más grandes del mundo, más de 400 individuos en un mismo día. Este privilegio también encarna una enorme responsabilidad de todos los que, de una u otra manera, se benefician de su presencia en estas aguas.

Nuestra meta en Pronatura Península de Yucatán es que los tiburones ballena sigan llegando al Caribe mexicano, que su hábitat se conserve en buenas condiciones y que los beneficios para los prestadores de servicios y las comunidades locales derivados del nado con estas maravillosas criaturas se mantengan por muchos años.

Ahora, mi sueño es que esta actividad ecoturística se convierta en un ejemplo a nivel mundial, para que cada día más personas conozcan más sobre estos asombrosos tiburones y esto les ayude a ver la vida desde una perspectiva diferente. Igual que me pasó a mi hace más de una década cuando por primera vez nadé al lado de un Rhincodon typus.

(Autor: Emanuel Mimila Herrera)

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