Agencias
LISBOA, Portugal.- El Atlético de Madrid escribió el sábado un nuevo capítulo en su particular fatalidad en la Liga de Campeones. Ya son dos finales que deja escapar en el último suspiro.

El Atlético se quedó a dos minutos de proclamarse campeón de Europa. Defendió el gol de Diego Godín con uñas y dientes, pero a los 93 minutos de juego, en el descuento, Sergio Ramos derribó el muro rojiblanco con un majestuoso cabezazo a la salida de un córner que hizo inútil la estirada de Thibaut Courtois.

El empate del Madrid sobre la hora dejó herido de muerte al Atlético, que encajó tres goles en la prórroga para caer por 4-1. Como si la historia volviera a repetirse, el club rojiblanco revivió la fatídica final europea de 1974. Aquella que el Bayern Munich le empató en el último segundo del tiempo suplementario en Bruselas.

En aquel entonces no existía la definición por penales y se tuvo jugar un partido de desempate, en el que los alemanes vapulearon a los españoles por 4-0.

"Lo que siento es amargura, no tristeza. Amargura", expresó el técnico Diego Simeone. "Cuando uno lo da todo, no hay que estar triste".

"Hoy el partido no merece una lágrima", añadió.

Simeone no quiso detenerse un segundo a hablar de supersticiones. En un tono tranquilo y positivo, consideró un éxito el título de liga y prometió más guerra la temporada que viene.

"En el segundo tiempo el Madrid fue mejor, nos tuvo encerrados bastante tiempo sin poder salir y eso genera una dificultad enorme ante un equipo con tantas posibilidades", apuntó el argentino. "El fútbol es maravilloso por esto".