Lucha libre mexicana, una experiencia inolvidable

El pancracio mexicano se encuentra lleno de emociones dentro y fuera de la Arena.

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Los luchadores mexicanos se reúnen en la Arena México, para entrenar días antes a sus combates de los fines de semana.(Foto de El País)
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Agencias
CIUDAD DE MÉXICO.- Estoy en el taxi que me está llevando al templo de la lucha libre mexicana. No puedo disimular mi emoción. Nunca he ido a las luchas y la idea de entrar en contacto con este mundo me electriza más que los toques. Estamos llegando, ya noto la calle llena de tenderetes repletos de mascaras y de carteles de luchadores famosos. A la distancia leo en letras grandes Arena México.

Antes de entrar necesito una máscara, la marca de los luchadores mexicanos. Mi iniciación estaría incompleta sin ella. Caminando entre los puestos de la calle, mi mirada se cruza con la de una niña que acomoda cientos de máscaras en uno de estos locales. Me acerco y le explico que necesito una máscara especial, una que no aplaste mi chongo.

Sin hablar, la niña hunde las manos en un mar de plástico y licra y saca una la máscara de apariencia metálica, el mismo diseño que usa la luchadora legendariaMuñeca de Plata. Me arrodillo a la altura de la niña y ella me coloca la máscara, es como un bautizo. Me siento poderosa y preparada para las luchas.

Después de pasar por un laberinto de puertas y escaleras, llego a la zona de entrenamiento de la Arena México, donde solo hay chicos enmascarados. Sin dudar, entro en el ring a entrenar con ellos. Mientras estoy calentando la veo entrar, es la gran luchadora Reina Isis. Sus ojos me gustan, simpatizamos al instante. Me enseña unos movimientos y la sigo sin miedo, con ganas de aprender. En el ambiente se respira una energía mixta a sudor, ungüento y sonidos secos de caídas y golpes. Me empieza a gustar, en esta lucha no hay violencia, parece un baile con máscaras, saltos y acrobacias.

Reina Isis quiere enseñarme su reino y la sigo hasta llegar al recinto principal de la Arena Mexico. Me quedo impresionada de la grandeza del lugar. Cuando me invita a entrar al ring, empiezo a dar vueltas sobre mí misma, sintiendo como sube la adrenalina y el deseo del combate. Imagino luchar en medio de miles de voces gritando.

Reina Isis se despide y me invita a su próximo combate. Iré a verla con mi mascara de Muñeca de Plata, claro.

(Con información de El País)

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