Juan Ramón Piña/Agencia Reforma
MONTERREY, NL.- En contraste con ciclistas que en los últimos meses han publicado en libros sus historias de relación con el dopaje, el británico Bradley Wiggins expone su vida.

El último ganador del Tour de Francia, oro olímpico en la contrarreloj en Londres 2012 y múltiple medallista olímpico de oro en la pista, presentó su autobiografía "My time" (Mi tiempo).

En ella, resumida hoy por el diario en línea As, explica desde cuando lo abandonó su padre Garry a los dos años hasta cuando tocó la gigantesca campana fabricada en Whitechapel con la que arrancaron los últimos Juegos Olímpicos, pasando por su adicción al alcohol tras los Olímpicos de Atenas 2004 o su mala adaptación a la fama.

También narra cómo lo abandonó su padre y la forma en que madre lo sacó adelante.

El primer ciclista británico en triunfar en los Campos Elíseos empezó a vivir con la figura de su abuelo, George, como referencia paterna, aunque con un camino marcado por los genes de su padre: la bicicleta.

Recuerda su inicios en la pista en el viejo velódromo de Herne Hill a los 12 años y que seis años después ya era parte de la selección británica, ganando bronce en la persecución por equipos en Sydney 2000.

Habla del nacimiento de sus dos hijos y de cómo el dinero no llegaba, a pesar de ya ser un gran campeón.

De cuando se convirtió en alcohólico recuerda que llegó grandes cantidades al día y que de 69 kilos de peso pasó a 83.

Renació que cuando fue incluido en el proyecto ciclista de Dave Brailsford en Manchester, y en el que fue considerado una estrella.

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