Salven a los Pacers... de sí mismos

Los siete partidos de la primera ronda pudieron pasar como un lapsus brutus, pero ahora en semifinales todo es distinto.

|
Una de las jugadas del partido entre Pacers y Wizards, que finalmente ganaron los primeros. (AP)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Jesús Serrano/Milenio
MÉXICO, D.F.- Lo de los Pacers de Indiana es digno de aparecer pronto en tratados de psicología deportiva, tener su propia película y ser recordado como una gran anomalía de la historia del deporte profesional. Es como esos relatos en que la mejor arma de que dispone alguien se convierte en la razón de su perdición.

¿O cómo explicar que un conjunto que llevaba ritmo para ganar 72 encuentros, que surcó la campaña regular de noviembre a febrero ganando 35 partidos y perdiendo solo 10, haya finalizado con marca de 13-12 de marzo al final de la temporada en abril 16?

Ya se sentían con el Larry O'Brien en las vitrinas, la discusión era cómo Paul George sería el Jugador Más Valioso, y si Lance Stephenson merecía ser reserva del juego de estrellas, su opinión era que nadie lo merecía más que él, por supuesto, y miles de analistas comentaban que era inevitable una batalla contra el Heat de Miami por tercer año consecutivo, esta vez en la Final del Este.

Y Miami hacía bien en temerlos desde 2012-2013, cuando decidieron que sin un poste competente Indiana arrasaría con ellos y le dieron la oportunidad a Chris Andersen a pesar de que solo había jugado 32 juegos en el ciclo anterior.

Luego de ser arrastrados a siete partidos por su primer rival, Hawks de Atlanta, los Pacers cayeron en su primer juego en casa de la segunda ronda y perdieron ventaja de casa, ahora tendrán que ganar por lo menos uno de los siguientes dos encuentros en la duela de los Wizards si quieren recuperar la localía.

En el segundo choque de la serie de semifinales, los Pacers por fin contaron con Roy Hibbert, que tras anotar 29 puntos sumados en los primeros siete partidos (incluyendo 0 puntos y 0 rebotes en el infame primer encuentro contra los de la Ciudad Capital), anotó 28, con nueve tableros y dos bloqueos.

Su aporte vino luego de que algunos de sus compañeros públicamente le llamaran la atención, incluyendo Paul George, que expresó cuánto necesitaban al hombre de dos metros 18 centímetros. Hibbert finalmente brindó una actuación como las del año pasado en postemporada, cuando promedió 17 puntos y 9.9 rebotes además de 1.7 tapas.

En la primera ronda, los Pacers tuvieron que remontar un déficit de 3-2 para ganar la serie en el séptimo encuentro. Habían padecido con un Atlanta que anotó 79 triples y sacaba a Hibbert de su hábitat a dos metros del aro, donde es el mejor defensivo. Con delanteros tiradores como Paul Millsap, Mike Scott, DeMarre Carroll y Pero Antic capaces de anotar triples, el coach Vogel solo le concedió 22 minutos por encuentro al gigante.

Juego de poste tradicional

En la nueva serie contra los Wizards, Hibbert puede establecer un juego de poste tradicional, con Nené Hilario y Marcin Gortat como un dúo frontal habituado a jugar en el poste bajo, la ventaja que tenían los Pacers a comienzo del año con respecto al resto de la liga es esa enorme muralla.

De hecho el coach Vogel lo convenció de cambiar su juego como bloqueador por la verticalidad de simplemente defender alzando los brazos y saltando manteniendo la vertical (su extensión de ambos brazos abiertos es 2 metros 26 centímetros), Hibbert ha alterado muchos tiros del rival de esa forma.

Indiana claramente es un equipo de ofensiva de media duela que necesita que el balón llegue a sus postes para crear y que su defensiva sobre el balón genere pérdidas del contrario para activar la ofensiva, ya sea en rompimiento rápido con Lance Stephenson o de triple en transición de Paul George.

Indy tiene uno de los padecimientos más graves, tiene la propensión a ir perdiendo luego de la primera mitad, una anomalía en un conjunto que tiene todo el talento para retar a Miami en una probable Final de Conferencia.

Tan solo ha empatado su serie, esta noche disputa el partido tres, primero de dos en Washington. Si Indiana acciona la defensiva que aplicó sobre ellos en los primeros minutos del primer cuarto del Juego 2, tal parece que la suerte de los hoy locales está echada.

El mencionado lapso fue una racha de 7-0 en que los Pacers obligaron al coach Randy Wittman a pedir tiempo fuera, parecía en efecto su reivindicación como un equipo cuya ofensiva está perdida sino defiende y obliga al rival a ponerse en guardia.

El mismo discurso del entrenador clarifica mucho. Les dijo que eran el mejor equipo defendiendo el triple; la mejor transición defensiva, los mejores siguiendo al ofensivo a través de las pantallas. Su identidad es la defensa, y si George llegó a ser el cuarto mejor anotador de la liga en algún momento, esa ya es historia y la anotación de su líder de nada sirve si los Pacers no juegan a limitar a su contrario.

El peor reboteador

Después de todo es Miami quien teme a esa defensiva, en especial a Hibbert y la capacidad de los Pacers de recuperar los tableros, Miami es el peor equipo reboteador de toda la liga. Incluso el Heat le dio una oportunidad a Greg Oden, la primera selección de 2007 que ha jugado 44 partidos en años, debido a que no tienen cómo defender a al gigantón de amarillo.

A pesar de que Indiana no tiene el talento ofensivo de Miami (nadie en la liga lo tiene salvo ellos) la mezcla adecuada de defensa y ataque puede ayudarles a ganar su serie contra Washington y muy posiblemente llegar completo y pujante a su esperado duelo contra el Heat de Miami. Indiana es un titán que ha dormido desde febrero, pero si comienza a despertar todavía puede conquistar el futuro que se les ha prometido.

Lo más leído

skeleton





skeleton