Los años no pasan en vano para el eterno Darío Verón

A sus 37 años, el paraguayo comienza a tener problemas en la parte defensiva de Pumas, pero la directiva ha dicho que no saldrá de la institución.

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Darío Verón es uno de los jugadores inamovibles dentro del esquema futbolístico del equipo de Francisco Palencia.(Archivo/Notimex)
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Milenio Digital
CIUDAD DE MÉXICO.- Los años no pasan en vano, reza un antiguo adagio. Y es cierto. En el terreno de juego, esta aseveración se nota más que en otras profesiones, al menos, ocurre con Darío Verón, quien para el Clausura 2016, volverá a portar el gafete de capitán en Universidad Nacional. A sus 37 años, el central paraguayo ha conseguido dejar un legado, una historia, y de las más brillantes, dentro de Pumas, pero la realidad, también muestra a un jugador cansado, lento en las marcaciones y hasta limitado en cuanto a recursos, cuando se enfrenta a rivales que le sobrepasan en velocidad y técnica. Hoy, más que un pilar, es lastre de la zaga de Universidad Nacional.

En días pasados, en la presentación de un nuevo patrocinador para el equipo y compareciendo ante los medios, Rodrigo Ares de Parga, presidente del Patronato de Pumas, aprovechó la oportunidad para acabar con los rumores que desvinculaban a Verón Maldonado de Universidad, debido al flojo semestre anterior, y dejó clara la postura de la institución: “Darío no va a salir, va a terminar su carrera en el club, eso está claro. Verón nunca va a salir del club. No hay lista de transferibles, nosotros tenemos al cuadro completo”.

La realidad es que Ares de Parga trata de aminorar las críticas a su gestión, debido a la constante salida de referentes, en el pasado con Ismael Sosa, Daniel Ludueña y hasta David Cabrera, y más reciente, con Luis Fuentes. El directivo habló y fue tajante, pero no desmenuzó los contras de la presencia, al parecer inamovible de Darío, quien protagonizó en Monterrey, en el Volcán, una actuación que terminó por eliminar a Pumas de la Liguilla. En la vuelta de los cuartos de fi nal, el guaraní perdió la marca de Gignac en el primer tanto; marcó un autogol para el segundo del local; en el tercero pierde en el cuerpo a cuerpo con André-Pierre; en el cuarto no pudo hacer nada, y en el quinto se barre a destiempo antes de que Jürgen Damm sirva para Andy Delort.

Esa noche, ante la pregunta de si ya era necesario el recambio en la central, Francisco Palencia contestó sin analizar, como Ares de Parga, el declive de Verón: “No, Darío es un referente, y no es único culpable de los goles que recibimos; esta derrota (5-0) fue circunstancial, un accidente”, dijo. Pero las actuaciones del sudamericano, por lo menos en el Apertura 2016, demostraron lo contrario; intervino, por lo menos, independientemente de los dos juegos de Liguilla, en 10 tantos contra la escuadra del Pedregal, de los 22 que recibió. El detrimento en su rendimiento es normal, pero no así, la obstinación por mantenerlo.

En la cuarta fecha del campeonato, ante Necaxa (2-2) cometió el penal sobre Alejandro Díaz, que convierte Edson Puch en el primer tanto del encuentro. Una semana más tarde, José Calero le gana las espaldas y llega desde atrás, para rematar y conseguir el tercer tanto del juego; el encuentro terminó con 3-0 a favor del Pachuca. Pese a la goleada a Monterrey, en CU (5-3), la zaga, y Verón volvieron a mostrar falencias durante la Jornada 6 del torneo: permitió el primer remate de una jugada del ataque de Rayados; al final, termina con los brazos en la cintura, cuando César Montes anota. En el segundo tanto rayado, primero pierde la marca de Yimmi Chará, que inicia el contragolpe, y después se le escapa Carlos Sánchez, quien firma el gol.

Desatenciones fueron la constante de todo el torneo. Contra Gallos Blancos, en la octava jornada, Verón se queda desfasado con el ataque de Gallos, y permitió la llegada por sorpresa y tiro a la vez, de Neri Cardozo. Rivales a gran velocidad, son la pesadilla de Darío. Ante América, en el Azteca, se volvería a notar esta debilidad: pierde la marca de Oribe Peralta, que jugó de primera, que a la postre cabecea y ocasiona el remate de Pablo Aguilar para el primer gol. El partido culminaría con 2-1 a favor de los de casa. El central, de nuevo, sería exhibido.

La Jornada 14 sería el preludio de lo que sucedería en la Liguilla. Contra Tigres, Darío Verón daría muestra de lo que ocurrió en el Volcán, pero en fase defi nitiva. Aquella tarde, los de CU sufrirían los contragolpes y acusarían recibo con el marcador fi nal: 1-3. En el tanto de Andy Delort, el segundo para los del Tuca, el guaraní prefi ere quedarse retrasado en la jugada, pidiendo el fuera de juego, antes de intentar bloquear al rival. Después, deja rematar a Sosa con libertad absoluta; la velocidad del argentino, si bien le supera, el paraguayo no intenta ni acercarse al Chuco.

 En la 15, Darío, si bien Pumas venció a domicilio a Veracruz (1-3), volvió a ser factor en contra. En el área, y ante un remate de Julio Furch, se quedó corto a la hora del bloqueo y fue un espectador más del tanto que daba el empate momentáneo a los escualos. Una semana más tarde, con Morelia como sinodal, salió de su zona a presionar en la media cancha, y ante este desliz, los purépechas mandaron el balón al hueco dejado por Verón, y ahí apareció Raúl Ruidíaz, que en dos movimientos perforó el arco universitario. Ese domingo, el duelo culminó en empate 1-1, lo que postergó la clasifi cación matemática de Pumas a la Liguilla.

Sus afectados

La presencia de Verón, que antes era seguridad, hoy es incertidumbre y goles en contra. Eso está claro, pese a los deseos de una directiva con un discurso sin repercusiones. Sin embargo, Darío también ha comenzado a afectar la proyección de diferentes prospectos en su posición, que ven impedido el crecimiento y área de oportunidad, ante las continuas titularidades del paraguayo, esté o no en buen nivel. De momento, tanto Luis Quintana, como José Antonio García, siguen estancados en la suplencia, por el respeto a la jerarquía del paraguayo. Entre ambos, con Palencia, sumaron 309 minutos, de mil 710 posibles en todo el certamen.

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