Yo escribo para vivir: Juan Gelman

El escritor argentino con raíces ucranianas, colaborador de Milenio y premio Cervantes de Literatura, fue uno de los grandes poetas de América Latina.

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Juan Gelman abandonó sus estudios de química para dedicarse al periodismo y la poesía. (Notimex)
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Jesús Alejo Santiago,Leticia Sánchez y Emiliano Balerini Casal/Milenio 
MÉXICO, D.F.- Tenía un tono grave y oscuro en la voz que lo acompañaba a donde fuera; por más que intentaba sonreír, estaba esa parte de su pasado que se lo impedía, aun cuando era un hombre convencido de que vivir con miedo “era morir antes de tiempo”. 

La muerte, uno de los temas que desde siempre estuvieron cerca de su poesía, lo alcanzó ayer, a los 83 años de edad, cuando estaba a unos días de llegar a los 25 años de su arribo a México, la tierra que eligió para vivir y morir, “la tierra que abrió sus puertas generosas a los perseguidos por las dictaduras del sur”.

Desde hace algunas semanas se hablaba de los problemas de salud que lo aquejaban, pero si había sobrevivido a tantas cosas en su vida, como el exilio, la desaparición de su hijo y su nuera, la búsqueda de su nieto… parecía que nada podría dañarlo más en su existencia, más allá de haber encontrado en la poesía el mejor camino para enfrentar ese pasado.

“La poesía es resistencia justamente contra este mundo tan sombrío en el que estamos viviendo de manera tan mercantilista, donde se nos quiere amputar el espíritu, donde se nos quiere uniformar para convertirnos en tierra fértil para cualquier autoritarismo”, dijo en entrevista a MILENIO apenas en abril de 2013.

“La poesía enriquece a quien la lee y le descubre espacios interiores que ignoraba tener, y que por eso no tenía. Logra eso. En cuanto a la utilidad o no de la poesía, no sé si sirva en términos mercantiles; seguramente cualquier editorial te lo podrá responder. 

Pero lo que sí recuerdo es lo que decía un filósofo chino —no me preguntes su nombre porque no lo recuerdo— sobre esto: ‘Todo mundo habla de la utilidad de lo útil, pero nadie habla de la utilidad de lo inútil’.”

Una vida

Hijo de emigrantes judíos ucranianos, Juan Gelman nació en Buenos Aires en 1930. Hacia finales de la década de los cuarenta del siglo pasado comenzó sus estudios universitarios de química, mismos que abandonó para dedicarse de tiempo completo a la poesía y al periodismo, aunque antes ejerció diversos oficios.

“Pertenezco a una familia de origen ucraniano... Tenía cuatro, cinco o seis años, cuando a mi hermano se le ocurrió recitarme un poema de Pushkin en ruso, que yo no entendía nada, por supuesto. Pero Pushkin tiene una música en sus versos y un ritmo tan particular que escuchar esos versos me llevaron a otro lugar, no sé a qué parte, pero era un lugar donde nunca había estado”, confesó en algún momento.

Por su actividad periodística y política vivió en el exilio entre 1975 y 1988, residiendo alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México, país en el que vovió hasta el final de sus días.

Denunció las violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen militar argentino que tomó el poder en marzo de 1976. En Roma trabajó para la agencia de noticias Inter Press Service. 

Secuestros de parientes

El 26 de agosto de 1976, la dictadura militar secuestró a sus hijos Nora Eva, de diecinueve años de edad, y Marcelo Ariel, de veinte, y a la mujer de éste, María Claudia Iruretagoyena, de diecinueve, embarazada de siete meses, quienes pasaron a engrosar la lista de los detenidos-desaparecidos. Nora Eva apareció tiempo después, a diferencia de su hermano y cuñada.

En 2000, tras una perseverante búsqueda que incluyó polémicas públicas con el comandante en jefe del ejército argentino, teniente general Martín Balza, y con el presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, encontró e identificó a su nieta, residente en Montevideo: Macarena.

Autor de obras como El emperrado corazón amora, Bajo la lluvia ajena, De atrásalante en su porfía, País que fue será y Violín y otras cuestiones, entre otros, por sus aportaciones a la literatura hispanoamericana Gelman fue reconocido con diferentes premios, como el de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (2000), el Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde (2003), el Pablo Neruda (2005), el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2005) y el Cervantes (2007).

“A grandes rasgos, podemos decir que hay poetas que viven para escribir y hay otros que escriben para vivir; pertenezco a esta última tribu. Por eso puedo pasar tiempo sin escribir. Cuando empezó mi exilio estuve cuatro años sin escribir; no tenía necesidad. 

Con la necesidad aparecen las ganas de escribir. Esa necesidad se llama la señora (la poesía)”, afirmó Gelman

Sus restos son velados en la Agencia García López de la colonia Juárez. 

Recuerdan a Gelman

Cuando Gelman recibió la Medalla Bellas Artes en el año 2012, el poeta Hugo Gutiérrez Vega había hecho a un lado la amistad por unos momentos para hablar como lector y señalar que su poesía estaba llena de preguntas y de admiraciones, de una poesía al tiempo reflexiva y lúdica.

“Juan ejerce el oficio de la poesía día y noche, con dolor, con amor, bajo la lluvia y en la catástrofe. Lo hace obligado por el dolor del mundo y por las separaciones, pero también por los besos del encuentro. Por eso trabaja con palabras que son como sangre. Su ars poética llega a un extremo solidario que supera las limitaciones del individualismo cerrado”, aseguró en aquel momento.

De acuerdo con el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, con la muerte de Juan Gelman parte uno de los grandes poetas latinoamericanos: argentino de nacimiento, pero mexicano de alma, quien tuvo un gran compromiso social e incluso participó en luchas sociales en su juventud.

“Es, sin duda alguna, parte fundamental de la palabra poética en castellano del siglo XX. Su legado se corresponde con su estatura internacional y universal, es una figura reconocida en todo el mundo que obtuvo importantes galardones”, dijo el funcionario a MILENIO.

Ya otro escritor que se adelantó, el mexicano Carlos Monsiváis, había resumido la importancia de la obra de Gelman, a la que definió como “un ir y venir entre las atmósferas de todos los días y la reflexión sobre la escritura poética, la pesadumbre de la patria perdida, de los seres amados destruidos por la dictadura, de la revolución que no llegó, del exilio que se compensa de un modo sustancial por los nuevos arraigos, de la composición de circunstancias”, según escribió el cronista en el volumen Otro mundo, antología del poeta. 

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