El Oscar, una maldición para niños actores

Historias sorprendentes han rodeado a los menores que han tenido entre sus manos la estatuilla dorada.

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Quvenzhané Wallis es la actriz más joven nominada al Oscar. (Agencias)
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Agencias
MADRID, España.- ¿Qué fue de Tatum O'Neal, ganadora del Óscar por "Paper Monn" o de Haley Joel Osment, del "The Sixth Sense"? Este año, Quvenzhané Wallis opta al premio y con 9 años se convierte en la actriz más joven jamás nominada, lo que le expone a la maldición de los niños prodigio que sedujeron a la Academia.

"Beasts of the Southern Wild", la sorpresa de esta 85 edición de los Óscar, cuenta con una fantástica interpretación de la pequeña Wallis en su historia de vida extrema en contacto con la naturaleza en los meandros del río Misisipi, pero reabre el debate sobre las estrellas infantiles que ven truncadas su vidas por la irrupción del cine, según informa Milenio.com, con información de la agencia EFE.

Mientras el año pasado la Academia de Cine de España ponía en los 16 años la edad mínima para ser nominado -tras haber reconocido los trabajos de Andoni Erburu o Juan José Ballesta, entre otros-, en Hollywood todo sigue igual y Wallis ha batido el récord que anteriormente ostentaba Tatum O'Neal como la actriz más joven jamás nominada.

Tatum, hija de Ryan O'Neal, ganaba con diez años el Óscar por "Paper Moon" en 1973, pero a partir de ahí su vida se convirtió en un cúmulo de excesos que, eso sí, le sirvieron para escribir un best-seller autobiográfico, "Vida de papel".

En él relataba cómo su padre le introdujo en las drogas y el sexo y sus tórridas relaciones con, entre otros, Melanie Griffith, Jean Claude Van Damme o el príncipe Alberto de Mónaco.

Casada con el tenista John McEnroe y madre de tres hijos, en 2008 fue detenida por la policía de Nueva York cuando intentaba comprar crack y cocaína, y argumentó que "estaba investigando para un papel" de drogadicta.

El más jóven nominado

Jackie Cooper, el más joven nominado al Óscar al mejor actor protagonista (en 1931 por "Skippy" a los 9 años), prosiguió su carrera con dignidad e incluso se recuperó en los setenta gracias a la saga de "Superman", pero también escribió su experiencia personal bajo el título de "¡Por favor, no le dispares a mi perro!".

Tan curioso título hacía referencia al director de "Skippy", Norman Taurog, quien le amenazó con hacerlo para conseguir que llorara ante las cámaras.

Eran los años treinta, tiempo de menos control de los derechos de los niños, en los que Hollywood exprimía la gallina de los huevos de oro mientras podía. Y era la época de esplendor de Shirley Temple, quien recibió en 1935 un Óscar en miniatura por causar furor con sus rubios tirabuzones. Tenía seis años.

"Dejé de creer en Papá Noel cuanto tenía seis años. Mi madre me llevó a verlo a unos grandes almacenes y él me pidió un autógrafo", diría, y al hacerse adulta sin repercusión en las pantallas, se convirtió en la férrea conservadora Shirley Temple Black, con cargos de embajadora de los Estados Unidos en Ghana y Checoslovaquia, así como jefa de protocolo de la Casa Blanca.

Otra cara de la moneda

En la otra cara de la moneda, Anna Paquin, que protagonizó uno de los momentos más emocionantes de los Óscar al recoger su estatuilla con 11 años y quedarse prácticamente muda -como su madre en "The Piano", Holly Hunter-, pero luego participó en películas tan interesantes como "Hurlyburly" y, sobre todo, la exitosa serie de televisión "True Blood".

Jodie Foster, tras su impactante interpretación en "Taxi Driver", donde con solo 14 años se metió en la piel de una prostituta, se convertiría en una de las actrices más reputadas de Hollywood y ganaría dos Óscar.

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