El dragón de fuego yucateco a la conquista a China

José Luis Loría Méndez enriquece la exposición de gran formato que presentará en el continente asiático con imágenes de gatos y pitahayas.

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José Luis Loría expondrá su trabajo de gatos monumentales y magnas pitahayas en la República China. (Milenio Novedades)
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Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- José Luis Loría Méndez, genio del dibujo científico, capaz de engañar a la vista, sorprender a la mente y coadyuvar a la divulgación de la historia natural, continúa enriqueciendo la obra que presentará en China.

Su trabajo de gatos monumentales y magnas pitahayas (huo long guo, fruta del dragón de fuego en chino), escalan a una colección en la que ambos elementos aparecen en un plano visual de gran formato.

El proceso para su debut en la República China cuenta con la colaboración de su asesor, el biólogo Eduardo Galicia, y la directora de su proyecto Min Yin HuangLin, de la compañía  Yuyatai E-trade, una empresa orientada a personas y/o empresas que deseen hacer tratos con el país asiático.

Como parte de los vínculos, Loría tuvo un encuentro en septiembre pasado con Qiu Xiaoqi, embajador de esta nación, en el marco de una visita diplomática a Yucatán.

Como antecedente de la partida de la muestra al otro lado del globo, el artista ofreció la exposición La cofradía de los ojos, con piezas de la colección de gatos, en el Museo de Arte Contemporáneo “Fernando García Ponce-Macay”, en abril pasado.

Al término de la misma, mientras daba continuidad al placer del trazo amplio comenzó una serie de pitahayas. Posteriormente, durante una teleconferencia vía skype sus asesores en China vieron este trabajo y sorprendidos por ver un descomunal dibujo de huo long guo de 3 m2, le solicitaron agregarlas a la exposición.

Labor de investigación de la pitahaya

Ante esta nueva misión, el maestro se adentró en una labor de investigación para multiplicar la profundidad de los argumentos de su obra, recurriendo al científico Dr. Roger Orellana Lanz, de la Unidad de Recursos Naturales del Centro de Investigación Científica de Yucatán, cuyo jardín botánico lleva el nombre del académico. También contó con el invaluable apoyo de la arqueóloga y doctora en Historia Teresa Ramayo y el biólogo Eduardo Galicia.

De esta manera logró conformar el proyecto en el que aumenta la realidad, para que se aprecie el esplendor del ciclo vital de la pitahaya en esta obra naturalista.

Pese a que la llamada fruta del dragón de fuego forma parte de la dieta del yucateco y de consumidores alrededor del mundo, la literatura científica sobre esta especie es escasa, por lo que la exposición además de aportar piezas de extraordinaria riqueza estética, contribuirá a la divulgación científica de este carnoso fruto.

En esta tarea la labor del artista mezcla la biología, la investigación y el rigor formal científico con el lenguaje estético, en una sinfonía armoniosa que sin duda cautivará a los habitantes de China, un país que adoptó la pitahaya como parte de su identidad cultural.

Al respecto Eduardo Galicia hace una revisión de la pitahaya y las relaciones entre México y China, países que comparten pasados ancestrales de tradición y cultura, que matizan el intercambio comercial entre las dos naciones a lo largo de la historia.

“El Ombligo del Mundo y la Tierra Media intercambiaron productos y tradiciones durante los más de dos siglos de la “Nao de China”, que cubrió la ruta de Manila al puerto de Acapulco y trajo consigo enseres orientales, la mayoría chinos, y costumbres que quedaron arraigadas en nuestra idiosincrasia, como las peleas de gallos y el gusto por las apuestas.

Su resistencia a la sequía y capacidad para almacenar agua hicieron famosa a esta fruta exótica

La porcelana, la seda, el papel, la tinta, la pólvora son herencias universales del Imperio de las Dinastías que en México se adoptaron y transformaron en vasijas de talavera, en trajes típicos como el de la china poblana, o en juegos pirotécnicos como los  tradicionales ‘toritos’ del centro del país”, apunta.

Destaca que dentro de este bagaje la relación con China se ha marcado notoriamente por un producto  de la naturaleza mesoamericana que México logró imponer en la cultura culinaria del Lejano Oriente: la pitahaya (Hylocereus undatus).

“Convertida en la cactácea de mayor distribución en el mundo, la pitahaya llegó a China y Filipinas, Vietnam y Corea, a través precisamente de la ruta comercial Manila-Acapulco. Su resistencia a largos periodos de sequía y su capacidad de almacenar el agua en forma de sabroso jugo en su carnosa pulpa, hicieron de esta fruta mesoamericana un éxito en el paladar oriental.

Más aún, el intenso colorido rosado de la pitahaya yucateca, que es la variedad que triunfó en Oriente, sus prolongadas y carnosas escamas matizadas de verde y el contraste de su pulpa blanca de semillas negras que resalta al partirse en dos, dieron origen a un nombre mágico con el que la pitahaya es conocida bajo el cielo oriental: la fruta del dragón”, abunda.

Galicia analiza que este momento histórico en el que China fortalece su predominio mundial, es momento crucial para fortalecer también las relaciones comerciales y culturales entre la República China y la República Mexicana.

“Así como los chinos consideran que todo bajo el cielo es su territorio, es el momento de aprovechar la presencia en ese territorio de una fruta que se convirtió en dragón habiendo nacido en el ombligo del mundo. La pitahaya, la fruta del dragón, considerada como una delicia para el paladar oriental, y que se cultiva actualmente en Vietnam y China tanto como en Yucatán y Veracruz, representa para Oriente un vínculo directo con nuestro país”, agrega.

En este contexto, señaló que en la obra naturalista de José Luis Loría, la presencia de la pitahaya en Oriente puede aprovecharse para alimentar el gusto por el arte de la imagen y el color que ha mantenido el interés de gobernantes chinos por la cultura mexicana a lo largo de los siglos, manteniendo también las puertas abiertas para el comercio moderno entre estos dos países geográficamente estratégicos para la escalada mundial.

Esta iniciativa es costeada en su totalidad por el artista y más que un trabajo de trascendencia cultural, significa para el pintor un proyecto de vida y la aportación de un yucateco a la historia natural.

Los 3, creativos en las 4 estaciones

Asimismo, las cuatro estaciones son el detonador creativo para que los artistas José Luis Loría, Natalia Rincón de Molina y Andrea Molina compartan la alegría de pintar y preparen una magna exposición para el otoño de 2015.

Los cambios de temporadas vistos por los ojos de los pintores y la forma en que inciden en el entorno estarán plasmados en sus obras y desde Yucatán se podrán apreciar, incluso una mirada universal de este fenómeno natural.

José Luis Loría, con una vida dedicada y respirada a través del arte visual, enriquecida con sus viajes por el mundo, compartirá esta exploración con Andrea Molina, abogada y pintora profesional, con maestría en Historia del Arte Moderno y Contemporáneo, formada en escuelas de arte de México, Florencia, Madrid, Londres y Nueva York.

Asimismo, con Natalia Rincón, pintora profesional, con estudios de artes plásticas e historia del arte en Reino Unido, así como con maestros nacionales y extranjeros que la inspiraron para lograr su estilo, lleno de color, formas y movimiento donde siempre está presente la alegría.

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