La imaginación es un lugar en el que llueve: Juan Villoro

Después de Muerte parcial y El filósofo, el narrador mexicano vuelve al teatro con un monólogo dirigido por Sandra Félix.

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Con Conversaciones bajo la lluvia, Villoro incursiona en el monólogo. (Agencias)
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Agencias
MÉXICO, D.F.- Sandra Félix, a quien conozco desde hace muchos años y se está especializando en monólogos, me sugirió escribir uno para montarlo en la Biblioteca México José Vasconcelos, donde los dos hemos trabajado, comenta el escritor Juan Villoro.

Sobre la obra Conversaciones sobre la lluvia, habla el escritor en charla con MILENIO, de la que se han suprimido las preguntas.

Quienes dedicamos toda la vida a estar entre libros nos hemos preguntado cómo es la vida de esas personas que se ocupan de los préstamos y que son los grandes intermediarios, como los carteros en una novela de amor; no siempre se habla de ellos, pero sobre todo en las novelas epistolares, uno está muy atento a lo que dicen los amantes en sus cartas, las que solo pueden existir porque un cartero las llevó.

El bibliotecario tiene esa condición, es el cartero que te facilita los libros, quien te pone en contacto con ellos. Cuando Sandra me dijo “¿Por qué no haces un monólogo?”, de inmediato pensé en el tema del bibliotecario en una época en que los libros de papel parecen amenazados. Si hubiera un futuro en el que solo tuviéramos libros electrónicos, los bibliotecarios serían innecesarios, pero yo creo, como apunté en el texto, que los bibliotecarios existirán mientras haya necesidad de darnos los libros de mano en mano, mientras necesitemos las manos del otro para decir “este libro te lo doy yo”. El contacto humano genera la lectura.

Me interesó, entonces, hacer esta reflexión acerca de los libros. En el momento especial en que vivimos, un personaje que ha dedicado toda su vida a estar rodeado de volúmenes que en cierta forma también a él lo determinan, me sugirió que una forma muy propicia para el monólogo era la conferencia, un género no directamente teatral pero que podría ser parateatral, porque el que da una conferencia tiene mucho de actor, transmite emociones, debe enfrentar al público.

A mí, y creo que a cualquiera que haya tenido que dar una conferencia, me ha sucedido, de pronto, pensar que todo se me olvida o que pierdo los papeles que voy a llevar y me pregunto si sería capaz de sostener una conferencia a partir de pura improvisación. En este caso, decidí mezclar dos formas bastante claras del discurso, que son, por un lado, la conferencia, pero como el personaje pierde los papeles que iba a utilizar, entonces debe improvisar y cae en otra forma del discurso, que es la confesión. Es decir: “ahí les va lo que yo pienso”, y entra en una especie de vértigo personal un tanto delirante en el que acaba confesando su vida.

El tema de la conferencia es bastante emotivo para el personaje, porque es la relación entre la poesía amorosa y la lluvia; hay una larguísima tradición de poetas que han vinculado a la lluvia con el amor, algo que siempre me ha llamado la atención. El personaje de esta obra quiere hablar de eso objetivamente, pero al perder los papeles empieza a hablar del tema subjetivamente y a contar su propia historia con el amor, con la lluvia y con todo lo que le ha pasado.

Mejor conferencia

En este texto se reflexiona también sobre cuál es la mejor conferencia. Yo creo que una conferencia que es totalmente leída es aburrida, porque para leer podemos traer a un notario, pero el verdadero conferencista improvisa un poco y produce las ideas en tiempo real. Por ejemplo, yo tuve la suerte de estar en un seminario en la Universidad de Yale con Harold Bloom, autor de La invención de lo humano, el libro sobre Shakespeare. Era un seminario donde él estaba preparando dicho texto, en 1994. Yo tomé muchos apuntes; él improvisaba la mayor parte de las cosas que decía, la improvisación le servía como ejercicio, como boxeo de sombra para el libro que iba a escribir. El tema era la originalidad de Shakespeare. Hoy en día el mundo es tan shakespeareano, que ya no nos puede parecer original; tú dices de unos muchachos jovencitos “son como Romeo y Julieta”, aunque no hayas visto ni leído Romeo y Julieta, todo mundo entiende que son dos jóvenes amantes. El mundo se parece tanto a lo que él describe en su obra, que de pronto nos cuesta trabajo entender por qué es original o novedoso. Nos puede parecer brillante, pero no siempre lo vemos como algo nuevo porque el mundo ya asumió a Shakespeare. Por tanto, lo que buscaba Harold Bloom era recuperar la novedad del dramaturgo.

Este largo paréntesis es para decirte que yo tomé muchas notas en el seminario, y cuando se publicó La invención de lo humano, lo leí con mucho cuidado y descubrí que muchas ideas que Bloom había dicho ya no las integró al volumen porque fueron improvisadas. Entonces, por lo general recuperas algunas cosas de las que improvisas pero otras no, y eso es lo generoso, lo maravilloso de la conferencia, donde se produce la inteligencia en tiempo real, cuando el conferencista improvisa y está diciendo algo único que probablemente se va a perder si nadie lo retiene. Ése es el tipo de conferencia que más me atrae, y es la que intenta poner en práctica mi conferencista. Por supuesto que él necesita apuntes y como los ha perdido, cae en un devaneo, en un delirio.

Todo el peso en el actor

El monólogo es un género peculiar que puede consagrar a algunos actores. Por ejemplo, en México hemos tenido a Carlos Ancira con El Diario de un loco de Gogol, o a Narciso Busquets con Informe a la Academia de Kafka, ambos dirigidos por Jodorowsky, gran director de monólogos —bueno, era un gran director de teatro, luego se dedicó a otras cosas-. Yo empecé a ver teatro cuando tenía 14 o 15 años y Jodorowsky era uno de los grandes directores de la época.

Creo que el monólogo puede darle a un actor una gran capacidad de registros, al mantener todo el peso de una obra.

LLuvia y amor

Siempre me había interesado el tema de la lluvia y el amor, solemos asociarlos mucho. La obra empieza con una referencia que ya es muy famosa y se ha escrito mucho de ella. En la Divina comedia, Dante dice que en los momentos más desesperados, en los que el hombre está atrapado y como solitario en un presidio, no deja de imaginar cosas, se eleva y al elevarse hace que llueva en la fantasía. Entonces, la imaginación es un lugar en el que llueve. Nosotros hablamos de lluvia de ideas y todo eso. Siempre quise escribir algo que relacionara a la lluvia con los muchos ejemplos que de ella da la literatura, sobre todo vinculándola con el amor, una cierta melancolía del amor que llega con la lluvia. Alguna vez quise escribir un ensayo, pero lo que salió fue esta obra de teatro que no deja de ser una conferencia porque, finalmente, aunque el personaje no da la conferencia sino que empieza a hablar disparatadamente de su vida, dice mucho de la relación entre la lluvia y la poesía amorosa, y menciona a muchos autores.

El personaje es un neurótico solitario. Naturalmente, los neuróticos tienen una relación bastante crítica y una inadaptación orgánica y metabólica con el mundo. El neurótico considera que el universo es totalmente imperfecto y le cuesta trabajo adaptarse a él. La mayoría de nosotros somos neuróticos en mayor o menor medida. Este personaje es un neurótico bastante especializado. Es un solitario, trabaja en una biblioteca y tiene una biblioteca, está rodeado de libros, ha perfeccionado bastante su neurosis, pero, al mismo tiempo, me parece una persona entrañable que requiere afecto, que se trata de relacionar con los demás, que ama los libros. Conferencia sobre la lluvia es también una historia de amor.

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