"Para ser cantante de ópera hay que salir de México"

El tenor Octavio Arévalo critica que en el país no haya escuelas de formación pese a que las voces mexicanas son muy cotizadas en el extranjero.

|
La Compañía Nacional de Ópera apenas ofrece unas 20 funciones al año, reclama Octavio Arévalo. (Notimex)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Agencias
MÉXICO, D.F.- México cuenta con innumerables prospectos para la ópera; lo que no tiene son escuelas en donde puedan formarse de manera profesional, sostiene el tenor Octavio Arévalo, una de las grandes voces operísticas de nuestro país.

El cantante —quien en su juventud salió de México, hace más de 25 años, para perfeccionar su técnica en Austria, país que le dio la oportunidad de cantar en la Ópera de Viena, para de allí saltar a los grandes escenarios de Europa— cuestiona el hecho de que los tenores, los bajos, los barítonos, las sopranos y mezzosopranos tengan que abandonar la academia, dio a conocer Milenio.

“Las escuelas, como la Nacional de Música y el propio Conservatorio Nacional, están desfasadas, lejos de poder atender y cumplir con las necesidades de los cantantes en formación”.

No es suficiente tener grandes voces, por más bonitas que sean; lo que se debe hacer, dice Arévalo, es trabajarlas, ya que de lo contrario es como si se tuviera un diamante en bruto.

“El año pasado, cuando estuve como jurado en la 29 edición del Concurso de Canto Carlo Morelli, le pregunté a Cassandra Velasco —la joven que a sus 22 años resultó ganadora de este certamen— cómo iba en la escuela; mi sorpresa fue enorme cuando me respondió que la había dejado porque no le permitía desarrollar su carrera como cantante”.

Cassandra —quien por su gran voz resultó también distinguida con el Premio María Callas como mejor intérprete del repertorio— le comentó además que para prepararse en el bel canto tuvo que recurrir a clases con maestros particulares.

Con la trayectoria internacional que lo avala, Arévalo critica las bases de los concursos actuales de ópera, donde se dan cita chicas muy guapas y cantantes grandes, fuertes y musculosos: “Lejos de ser un concurso de belleza, la ópera sigue siendo el elemento en el que el protagonista es el canto, es la cereza del pastel”.

Al escuchar a los nuevos talentos, Arévalo indica que tiene la esperanza de que el canto no se pierda.

Señala que los cantantes de su generación se iban al extranjero en busca de su formación y el perfeccionamiento de su técnica: “Nosotros no nos fuimos al extranjero buscando éxito; la mayoría de los colegas nos íbamos porque nuestra meta era cantar bien. Nos interesaba aprender a cantar, y el éxito llegaba por añadidura, siempre y cuando hiciéramos bien nuestro trabajo”.

Sin escenarios

Es curioso: en el mundo hay grandes voces mexicanas, y es impensable que un teatro o una disquera no tenga a un cantante nacional; sin embargo, no hacemos ópera en México. La Compañía Nacional de Ópera apenas ofrece unas 20 funciones en los 365 días del año, plantea Arévalo.

“Son muy pocos montajes, lo que significa que estamos dejando de cantar. Y eso es lamentable porque el canto es muy importante, es un metalenguaje que nos hace, de alguna forma, más sensibles. Esto no es nada nuevo, hay mucho escrito al respecto”, dice el cantante a MILENIO.

Contamos con todo; presupuesto, foros y cantantes, lo que falta es el interés de elegir a la gente que le interese la promoción de la ópera.

“Es una realidad que el cantante mexicano de ópera es muy cotizado; por ejemplo, Ramón Vargas ha alternado aperturas del Metropolitan de Nueva York con Plácido Domingo; digo más alto: ahora que no esté Plácido será Ramón uno de los candidatos a sucederlo, por su seguridad, por su madurez.

“Sin embargo, el valor y el reconocimiento que en el extranjero se le da al cantante mexicano no se ha visto reflejado en el quehacer de la ópera nacional”, concluye Arévalo.

Lo más leído

skeleton





skeleton