Joel González/ Milenio Novedades
MÉRIDA, Yucatán.- En un Salón Beirut del Club Libanés abarrotado, las noche de este viernes unas 800 personas permanecieron atentas a la narración de los cuatro años de esplendor económico y terror del Cartel de Medellín, jefaturado por el capo colombiano Pablo Escobar. Esto durante la plática que ofreció su hijo, Sebastian Marroquín

Los ojos estaban fijos en las fotografías de helicópteros, haciendas y edificios, autos de lujo, de una vajilla con aplicaciones de oro de 18 kilates y con valor de 400 mil dólares.

Los oídos, prestos a la narración las diferentes rutas de la droga, los asesinatos y las bombas que ordenó poner Escobar. 

También llamaron la atención  imágenes del capo en Estados Unidos junto a los principales edificios de gobierno norteamericanos, “a los que entraba como en su casa”.

Escobar, motivo de reflexión

Ante tal reacción del público,  el dueño de las fotografías inéditas y de las anécdotas desconocidas, Sebastián Marroquín, primogénito de Pablo Escobar, preguntó: “¿Cambiarían el resto de su vida, sólo para disfrutar una décima parte de ella, como lo hizo mi padre?”

“¿Cuánto es suficiente? ¿Cuál es el destino de nuestras obras y hacia dónde nos van a llevar?”, cuestionó a su auditorio. 

Juan Pablo Escobar, como fue bautizado el escritor del libro “Pablo Escobar mi padre. Historias que no deberíamos saber” básicamente presentó una exposición dividida en 4 partes: su origen, los años de terror, la reconciliación y el segmento de preguntas por parte del público.

Con respecto al primer segmento el colombiano habló sobre su familia y los lugares en que creció lo cual fue apoyando con fotografías inéditas de su álbum familiar, asimismo explicó el marco moral en el que se desarrolló.

Encontró su camino propio

Para el tercer segmento presentó un fragmento del documental que realizó en 2010 titulado: “Pecados de mi padre”,  donde acepta las atrocidades ordenadas por su progenitor, para después buscar la reconciliación con la familia de las víctimas asesinadas.

“Este documental me abrió las puertas de mundo”, expresó.
Despues de esto, explicó que luego de 15 años en el exilio y haber tenido que cambiar su identidad, sacó a la luz la cinta que le ayudó a ser reconocido como un hombre que nunca estuvo de acuerdo con la violencia; lo que le valió para que los carteles rivales respetaran su vida.

“El 2 de diciembre de 1993 a las 15:30 horas tuve la oportunidad de convertirme en Pablo Escobar 2.0 pero preferí optar por mis valores”, declaró el también arquitecto quien manifestó que desde ese momento ha dedicado su vida a compartir su historia para que la gente entienda la gravedad de la droga y lo todo lo que le rodea, para que la historia no se repita.

Hacia la parte final, Marroquín respondió sin restricciones algunas de las preguntas formuladas por los presentes.