La matanza de chinos en México de la que nadie se acuerda

El terrible suceso, ocurrido durante la Revolución, está fuera de las páginas de la historia nacional.

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La sociedad mexicana ignora lo ocurrido el 15 de mayo de 1911 en Torreón, Coahuila: combatientes revolucionarios asesinaron a 303 chinos. La imagen corresponde a la muestra "303 La Matanza de Chinos en Torreón", en el Museo Memoria y Tolerancia en la Ciudad de México. (Archivo/AP)
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Agencias
TORREÓN, Coahuila.- La matanza en mayo de 1911 de 303 chinos en México a manos de combatientes leales a Francisco I. Madero, líder de la Revolución Mexicana, en la ciudad de Torreón, se perfila como una de las páginas menos conocidas pero más vergonzosas en la historia de este país.

Ausente por completo en los libros de texto durante más de un siglo, pocos historiadores o especialistas se han ocupado del tema, pero ahora ha resurgido en los debates públicos en un intento de reconciliar a los mexicanos con su pasado, según publica la agencia Ansa Latina.

La madrugada del 15 de mayo de 1911, los chinos fueron asesinados en masa por las tropas maderistas bajo el pretexto de que habían colaborado con los soldados de la dictadura de Porfirio Díaz en la defensa de Torreón, estado de Coahuila.

Se trata de la peor masacre de ciudadanos chinos en la historia del continente americano, pero el caso hasta ahora había sido debidamente ocultado en los archivos.

Marco Antonio Pérez, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), uno de los pocos estudiosos que se ha ocupado del caso, considera que no fue un crimen común, sino una matanza motivada por el odio racial. "No fue parte de la batalla por controlar la ciudad (...) la forma del asesinato revela un odio que va mucho más allá de la lucha, de una cuestión de guerra", señaló el especialista.

"Muchas familias chinas sobrevivientes huyeron de Torreón, pero los que se quedaron no hablaron del tema durante décadas", asegura Castañón Cuadros.

Carlos Castañón, investigador del consejo académico del Museo Arocena de Torreón, afirma que "hubo un silencio cómplice de una sociedad que no quiso afrontar o reconocer que fue parte de esa violencia, y la mejor manera de abordar ese terrible suceso histórico fue no hablando de ello".

Clima antichino

Unos dos mil soldados leales a Madero que ocuparon la ciudad de Torreón se encargaron de perseguir y asesinar a los 303 chinos.

Una comisión especial de investigación creada para esclarecer los acontecimientos concluyó que las causas de la matanza fueron "el odio a la raza china".

En marzo y abril de este año, se montó una exposición en el Museo Memoria y Tolerancia de la capital mexicana donde se rescata este oscuro episodio de la historia nacional que sacó a la luz los sórdidos sentimientos racistas que imperaban en la sociedad mexicana de hace un siglo contra los inmigrantes chinos.

En la muestra se refiere que el clima antichino incluía rígidas normas antichinas, organizaciones militantes contra la migración china y que trabajaban para que los chinos fueran marginados de la sociedad.

Pérez, en un ensayo titulado "El relato de la matanza de chinos en Torreón Coahuila (Mayo de 1911 y el antichinismo en el México Revolucionario", recuerda que la toma de Torreón por las fuerzas maderistas, fue decisivo para la victoria del movimiento que obligó 10 días después a Porfirio Díaz a renunciar a su cargo y a poner fin a 36 años de dictadura.

"Pero a su vez, esta batalla, tan importante para las aspiraciones políticas de la élite revolucionaria, fue el escenario de uno de los acontecimientos más sangrientos y violentos" de la historia de México.

Un rumor

El investigador mexicano recuerda que la matanza fue precedida por rumores de que los chinos habían envenenado el agua, los licores y las verduras que los maderistas sustrajeron de sus tiendas y restaurantes durante el saqueo.

Una gran turba de simpatizantes de los maderistas que entraron a la ciudad encabezaron una ola de saqueos dirigidos contra los chinos y sus comercios.

Delfino Ríos, propietario de un periódico en Torreón, testigo de las atrocidades, afirmaba que para las 2 de la tarde de aquel aciago 15 de mayo, "las calles del centro de la ciudad estaban cubiertas de cadáveres, muchos de ellos de origen chino". "Los rebeldes arrojaron los cuerpos de los orientales asesinados en el tercer piso del banco hacia la calle. Algunos les habían cortado la cabeza arrojándolas por las ventanas", decía Ríos. 

La idea de que en México el racismo es un fenómeno raro queda en entredicho con este episodio histórico, según Pérez, quien sugiere que el propio Madero, uno de los más reverenciados próceres de la Revolución, no habría sido ajeno al caso, al negarse a investigar y castigar a los responsables. 

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