Bestias 'se roban' el show del circo Atayde

Tras el aval para prohibir el uso de animales, el circo ofrece su última función de verano en el Distrito Federal, pero promete reinventarse y volver.

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La carpa del circo Atayde Hermanos lució al 80 por ciento de su capacidad. (Notimex/Foto de contexto)
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Alma Paola Wong/Milenio
MÉXICO, D.F.- El circo Atayde Hermanos concluyó su temporada de verano en la Ciudad de México con el reto de ofrecer un espectáculo renovado en las galas de invierno.

Antes de las 19:00 horas de ayer decenas de familias aguardaban en la fila de las taquillas del circo ubicado en la carpa Astros, en Villa de Cortés.

“Queremos ver a los animales antes de que nos dejen sin su atractivo, más que nada por los niños”, expresó Joaquín Macías, padre de dos niños.

De la mano de sus tutores, algunos menores cuestionaban sobre los animales y payasos que verían en el espectáculo.

En el interior de la carpa, pasadas las 19:30 horas, aparecieron en la pista los malabaristas que animaban al público con palmas.

En el último día de la temporada de más de dos meses, las butacas estaban a 80 por ciento de capacidad de la carpa que alberga a poco más de 400 personas.

Los aplausos y las risas del público, principalmente de los niños, estallaron cuando apareció el Payaso Musical, acompañado de su bella asistente.

No era más que el preludio de un espectáculo dividido en dos bloques con una duración de casi dos horas.

Un show, que de acuerdo con Celeste Atayde, directora de mercadotecnia del emblemático circo, seguirá reinventándose para ofrecer actos de calidad.

Esto, a pesar de que el Partido Verde promovió la prohibición del uso de animales en los circos.

'La gente no deja de venir'

“Desafortunadamente, el tipo de publicidad que ha manejado el Partido Verde, toda su campaña contra el circo, sí nos ha afectado, pero la verdad es que la gente no deja de venir, no deja de apreciar los circos con animales, eso es una realidad y gracias a ello estamos hasta el día de hoy trabajando”, comentó.

Detrás del escenario, Celeste, hija de Alberto Atayde, domador y presentador, observa la función.

Desde muy pequeña ha convivido con los animales, principalmente los elefantes y los caballos. Ella nació en el circo.

Ha sido testigo de parte de los más de 125 años de historia de Atayde hermanos.

Por ello, está segura que la nueva ley que prohíbe el uso de animales en sus espectáculos, la cual entrará en vigor en julio del próximo año, será un nueva oportunidad para el show.

Ve oportunidad en la crisis

“El circo Atayde ha tenido épocas muy difíciles, pero ha cumplido 126 años. Nosotros tomamos esto como los japoneses asumen la palabra crisis, como una oportunidad de presentar nuevos productos a diferentes sectores de la población”, señaló.

Mientras, en la pista las llamas y los caballos muestran sus mejores suertes. Le siguen bailarines y actos de magia.

Después del intermedio, ya con la jaula en la pista, la segunda mitad inicia con los rugidos de los tigres.

Niños y adultos se emocionan. La penumbra de la carpa se disipa por momentos con los flashazos de las cámaras y los celulares.

En tanto, Celeste, rubia y de figura espigada, no abandona el optimismo. Celebra que hayan podido extender la temporada de verano, solo que concluyó antes de lo prometido, porque deberán cumplir con presentaciones en ferias en algunos estados de la República.

Sin despidos

Recalca que no hay despidos y promete que solo analizarán las condiciones y posibilidades del circo para la próxima temporada navideña.

“Generalmente terminamos en agosto, en esta ocasión la estamos terminando en septiembre y teníamos programado quedarnos en octubre, pero por compromisos que ya tenemos adquiridos en algunas ferias fuera del DF no vamos a poder seguir.

“Las notas que han salido de que estamos cerrando la empresa y despidiendo gente no son así; de hecho, estamos preparando nuestra temporada de invierno, es gala navideña”, acotó.

Sin embargo, los trabajadores y asistentes de la pista, vendedores y acomodadores realizan sus funciones con un dejo de incertidumbre por la permanencia en su fuente de trabajo.

Con su charola de refrescos ajustada a la cintura, Elia, madre soltera de dos hijos, solo sabe que el domingo fue el último día de la temporada, pero no sabe si le volverán a llamar para la próxima.

“Como están las cosas, quién sabe, pero no habrá de otra, habrá que seguirle buscando, porque aquí de todos modos las cuentas ya no salían. De tres mil pesos que llegaba a vender en una función  de refrescos y papas, los últimos días ya solo sacaba 200”, concluye.

La función está a punto de concluir con los elefantes, y Celeste remata: “Creo que para nosotros todas las temporadas son una oportunidad de reinventarnos, ofrecerle a la gente un espectáculo de calidad, de una sana diversión familiar y Atayde hay para mucho tiempo todavía”.  

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