El 'Caballero de los mares', con muchas singladuras por delante

Recibe mantenimiento general en el astillero 20 de la Secretaría de Marina, antes de reanudar sus singladuras.

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Sabe que el Buque Escuela Cuauhtémoc es un atleta de alto rendimiento que ha obtenido galardones en regatas internacionales. (facebook.com/SEMARMX)
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Ignacio Alzaga/Milenio
MÉXICO, D.F.- Aun cuando reposa sobre su quilla en la cama de varada, el Buque Escuela Cuauhtémoc luce imponente a sus 32 años; incluso, su estado físico permite augurarle muchas décadas más de actividad.

Navegante incansable, El Embajador y Caballero de los Mares se alista para cumplir su misión de formar marineros (hombres y mujeres) en el próximo Crucero de Instrucción Mediterráneo 2015 y de enviar el tradicional mensaje de paz y buena voluntad de México al mundo.

Dentro del dique seco del astillero 20 de la Secretaría de Marina —construido durante el porfiriato, hace 110 años— el Buque Escuela Cuauhtémoc de la Armada de México está fuera de su medio natural.

Reposada su quilla de más de 200 toneladas en el fondo de la fosa, sin el velamen que lo caracteriza, el navío es sometido al riguroso programa de mantenimiento anual, para poder iniciar, en abril, su periplo de seis meses y medio.

Aunque se encuentra estático, la actividad es intensa en sus entrañas, donde se revisan maquinaria y sistemas; en cubierta, donde se sustituye el piso de madera por una especie africana, y en la “obra viva”, como se denomina a la superficie sumergida de un buque.

Se le conoce como rojo óxido a la pintura que protege al buque escuela, mientras que unas placas de zinc, llamadas “ánodos de sacrificio”, impiden la corrosión.

Al casco se le adhirió una pintura verde en la línea de flotación conocida como antivegetativa”, porque evita que se adhiera “ambiente marino”, el cual resta efectividad a la navegación.

Milenio presenció las maniobras que realiza personal de la Semar en el astillero 20, que se encuentra a la altura de los mejores del mundo.

A varios metros por encima de cubierta, un grupo de especialistas  revisan las soldaduras y con equipo de ultrasonido miden el desgaste del metal en los palos del barco y en las partes donde se despliegan las velas, para garantizar la máxima seguridad durante la travesía.

En la primera parte de la inspección en la fosa del dique seco se revisó completamente el casco, el sistema de propulsión, el mecanismo de gobierno, el esquema de pintado, los sistemas de refrigeración, tomas de agua y sistemas de generación de electricidad.

El Caballero de los Mares se alista para cumplir su misión de formar oficiales de mando en el próximo Crucero de Instrucción Mediterráneo 2015 

Personal naval comenta que la mayor parte del tiempo el buque navega escorado (inclinado) y es sometido a la enorme fuerza del viento y el mar, de ahí la importancia de verificar estos puntos.

La vida en los 90.5 metros de eslora y 12 metros de manga del velero exige sacrificio. “No es fácil, tenemos que acostumbrarnos a muchas cosas, como a vivir casi de costado”, explica un marinero mexicano.

Los trabajos han sido intensos durante casi un mes y el barco está listo para salir a flote nuevamente. Una serie de maniobras y proezas tecnológicas que efectúan trabajadores, marinos e ingenieros navales lo volverán a poner otra vez en el mar.

La actividad inicia desde muy temprano cuando buzos de la Armada de México quitan enormes tapones colocados junto a la compuerta del dique para comenzar a inundarlo.  Es una maniobra delicada, que dura alrededor de tres horas y en la que se descargan cerca de 35 millones de litros de agua de mar.

El dique —que en total tiene 206 metros de largo y 22.5 metros de ancho, y fue construido por la empresa inglesa Persson Co. en el gobierno del presidente Porfirio Díaz— alcanza el nivel de agua calculado.

Un ligero movimiento indica que el navío está cerca de volver a flotar; en cuanto esto sucede es “liberado” lentamente del sitio donde permaneció alrededor de un mes.

Los trabajos no terminan con la puesta a flote, todavía se realizarán pruebas en todos los sistemas y se realizarán acabados y retoques para asegurar que este emblemático barco esté en óptimas condiciones. El mascarón, efigie del emperador Cuauhtémoc, volverá a brillar con piel dorada.

El director del astillero 20 de la Armada de México, vicealmirante Mario Alberto Gasque Peña, admite que los trabajos de mantenimiento son de riesgo, pero destaca que la previsión y profesionalismo de los marinos los hacen lo más seguros posibles.

Orgulloso, el capitán de navío Pedro Mata Cervantes, recién nombrado comandante del Cuauhtémoc, está al tanto de los trabajos y anhela que el navío tenga la “tripulación más grande del mundo”.

Se refiere a los más de 100 millones de habitantes que, asegura, deben sentirse muy bien representados por este buque que también es promotor de México y de sus costumbres, además de que forma hombres y mujeres de mar.

“El Embajador y Caballero de los Mares fortalece el cuerpo, mente y alma de aquellos que se embarcan en su seno, es un símbolo vivo del espíritu marinero que caracteriza  a los elementos de la Armada de México, prestos a servir a su patria”, señala.

Una de las misiones del velero como representante nacional es llevar un mensaje de paz y buena voluntad de México a los puertos y martes del mundo, y difundir las diversas entidades que conforman a la República.

El comandante de esta unidad aspira a que a cada tripulante y cadete que sube a bordo para su entrenamiento sea forjado el carácter marinero, inculcándole los más elevados conceptos de honor, deber, lealtad y espíritu de justicia.

“Capacitándolos para su lucha contra los elementos en la mar, para que lleguen a ser ciudadanos honestos, capaces de llevar con dignidad, acierto y señorío las mayores responsabilidades como guías y capitanes al servicio de sus compatriotas”, señala.

Con 27 años de servicio en la Armada, antes de ser nombrado responsable del buque Mata Cervantes fue segundo comandante del capitán Juan Carlos Vera. Ahora le toca ser líder y en los próximos dos años estará acompañado en el emblemático velero por Rafael Lagunes, como capitán segundo.

“La experiencia a bordo de este buque me permite conocer los planes de operación y de mantenimiento, de tal manera que  todo este cúmulo de actividades desarrolladas previamente me permitirán realizar con mucho mejor preparación este trabajo como comandante, que es una gran satisfacción personal y profesional con el compromiso grande que ello implica y del que estoy plenamente consciente”.

Sabe que el Buque Escuela Cuauhtémoc es un atleta de alto rendimiento que ha obtenido galardones en regatas internacionales y reconocimientos más cercanos al orden diplomático, como el trofeo Cutty Sark, entregado al navío cuya tripulación contribuye más a la amistad y entendimiento internacional.

Joven a sus 32 años, el Cuauhtémoc irá acompañado de una virgen que no se contrapone con la laicidad y libertad de culto del Estado mexicano. Su constructor español la colocó en el botalón, fuera propiamente dicho del velero.

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