Se preparan para luchar contra el diablo
Inició el décimo Congreso de Exorcistas y Auxiliares de Sanación para sacerdotes y laicos que atienden supuestas posesiones o influencias demoniacas.
Milenio
MÉXICO, D.F.- En la Arquidiócesis de México inició el décimo Congreso de Exorcistas y Auxiliares de Sanación, en el que se capacita a sacerdotes y laicos con los criterios de discernimiento para atender de primera instancia a feligreses que, con reales o supuestas posesiones o influencias demoniacas, buscan ayuda y consuelo.
El presbítero Pedro Eusebio Mendoza, coordinador del evento, inició comentando por qué este tema es tan delicado y exige prudencia en el discernimiento para la realización de un exorcismo mayor, pues se debe “distinguir entre una simple enfermedad y la influencia extraordinaria del demonio, para lo cual, a veces, en los casos más dudosos se requiere el auxilio de las ciencias de medicina y psiquiatría.
Los congresistas estarán reunidos hasta el próximo viernes y escucharán a especialistas como el religioso Paolo Carlin, quien expondrá temas como “El Diablo, realidad o superstición”, “El Maligno, fuente de todo mal, “El Magisterio de la Iglesia y el ritual del exorcismo” y “Las medicinas alternativas y la acción diabólica”.
El religioso François Marie Dermine expondrá la fenomenología de la presencia diabólica y su discernimiento, así como riesgos y errores relativos al exorcismo, entre los que destaca interrogar al demonio.
Cursos y el rito
En los últimos años, las universidades pontificias de Roma han sido sede de varios cursos para aspirantes a exorcistas en torno al rito, actualizado en 1998 y contenido en un pequeño libro rojo empastado en cuero.
El rito es relativamente breve y consiste en bendiciones con agua bendita, oraciones y un interrogatorio al diablo en el que el exorcista exige saber el nombre del demonio y cuándo saldrá de la persona a la que posee.
Sólo un sacerdote autorizado por un obispo puede efectuar un exorcismo, y el derecho canónico especifica que el exorcista debe estar "dotado de piedad, conocimiento, prudencia e integridad".
Aunque la Iglesia enseña que el diablo sí existe, la Santa Sede exhorta a la prudencia, en especial para asegurarse de que la persona afligida no esté simplemente postrada por una enfermedad psicológica.