Ceipac, la primera escuela pública para niños genios

El centro atiende solo a alumnos con un coeficiente intelectual de entre 140 y 160 puntos; los salones son futuristas, aulas 2.0.

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Los alumnos, vestidos con camisa blanca y suéter rojo, se sientan alrededor de una estructura metálica a la que llaman 'estación central'.(twitter.com/XHespanol)
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Javier Vega/Milenio
AGUASCALIENTES.- Debe ser una de las pocas aulas donde siempre hay manos levantadas. Es un salón de tercero de primaria y los niños tienen entre siete y ocho años. Cuando sea grande, uno quiere ser futbolista y otro maestro. Una niña comparte sus planes para abrir un restaurante. Otra más quiere explorar el espacio y ser actriz. Sus sueños no son muy diferentes a los de cualquiera a su edad, pero ellos son superdotados y su primaria es única en México.

Es el Centro Educativo Integral para Altas Capacidades (Ceipac) que abrió sus puertas este ciclo escolar en Aguascalientes. Es una escuela pública de tiempo completo que atiende exclusivamente a niños con un coeficiente intelectual de entre 140 y 160 puntos. Cifra muy por encima de la media nacional, que es de 87, y mucho más cercana a los grandes genios como Albert Einstein.

Estos niños superdotados tienen el privilegio de aprender con los mejores maestros del estado. Los docentes de tercero a sexto de primaria son también los profesores mejor calificados en la última evaluación magisterial, según el Instituto de Educación de Aguascalientes.

Su salón es futurista. Un “aula 2.0”, como la llaman sus creadores. No más pupitres alineados o manos llenas de gis. Adiós a las monografías y los pizarrones. Aquí hay pantallas táctiles, tabletas, visores de realidad virtual, internet, multimedia y hasta un generador de hologramas.

Los alumnos, vestidos con camisa blanca y suéter rojo, se sientan alrededor de una estructura metálica a la que llaman “estación central”. Frente a ellos no hay libretas o lápices, solo dispositivos electrónicos que capturan su atención. Es casi imposible que estén quietos, se mueven constantemente, piden la palabra, se acomodan y platican con algún compañero. Luego levantan la mano otra vez. Algunos extrañan a sus viejos amigos, pero no a su escuela anterior.

“En la otra escuela trabajábamos solo con libros y lapicera. Aquí me gustan mucho las tabletas porque puedo expresar nuevas actividades y tener más confianza en mis compañeros”, comenta Evelyn Muñoz de ocho años. Ella y sus compañeros se sienten seguros en su nuevo entorno. Algunos habían sido expulsados de otras instituciones e incluso mal diagnosticados por psiquiatras que los medicaron. 

“Cuando están en una escuela estándar, estos niños son los que levantan y levantan la mano”, expone el director del Ceipac, José Ángel Moyano. “Como es una conducta normal, el docente los frena. Entonces se aburren y se frustran, no saben por qué no pueden hablar si tienen la respuesta”, agrega.

Moyano es un académico español de 32 años, graduado de la Universidad Complutense de Madrid y recientemente avecindado en tierras hidrocálidas. Según explica, la escuela respeta el programa de la SEP, pero no limita sus contenidos. Toma los “qué”, pero modifica los “cómo”. Los métodos son innovadores y han sido avalados por universidades como Harvard o Carnegie Mellon.

La participación activa es un elemento crucial en las clases. “Les presentamos un tema y ellos lo investigan desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, desde el arte, la ciencia o la tecnología, y después comparten lo aprendido con los demás”, describe el académico y afirma enfático: “Por primera vez, estos niños están recibiendo una atención distinta, veo en ellos felicidad y potencial”.

Pero entrar no fue sencillo. Los pequeños y sus padres fueron sometidos a seis meses de pruebas y entrevistas. Aunque los niños tuvieran el perfil, no serían aceptados sin la evaluación rigurosa de su entorno familiar. De algún modo, también hay padres superdotados: dispuestos a apoyar cada paso de sus hijos.

De un universo de 248 mil estudiantes de primaria en Aguascalientes, únicamente 800 eran candidatos. Al final, solo 60 ingresaron. Quizá por eso, los videos del momento en que fueron aceptados parecen el final de un reality show: lágrimas, sonrisas y llanto entre los niños y adultos.

Iker Bernal, alumno de tercero, recuerda con emoción el momento de la noticia. Con una mirada inquieta que absorbe cada detalle, cuenta que fueron citados en las oficinas de la escuela sin motivo alguno. Sobre la mesa habían dejado un folder con su nombre y, adentro, la confirmación de sus anhelos. “Mi mamá estuvo a punto de llorar”, recuerda el pequeño.

Fatima y sus libros

Marcela Rendón y José Luis Reyes son los padres de Fátima, de siete años, otra de las elegidas. Su hija no lleva ni un mes en su nuevo salón y ya perciben cambios positivos en ella. “Antes me preocupaba porque ella es muy sociable y cuando le preguntaba sobre su escuela me decía que había caminado sola en el recreo”, relata la señora Marcela, a quien le brillan los ojos cada vez que habla de Fátima.

Ella juega a la casita en su cuarto, mientras sus hermanos menores pelean por algún juguete. En su habitación destacan el color rosa y las repisas con peluches. Como es común a su edad, a Fátima le gusta hacer experimentos, en realidad, revoltijos con productos de papelería o higiene personal. Pero sus hábitos de lectura la diferencian de otras niñas. En ese rubro, sobresale desde corta edad.

“Leo un libro que se llama El Principito y éste que se llama Mujercitas. También tengo el de Oliver Twist, que ya lo acabé de leer, y otro que se llama Corazón: diario de un niño. También quiero leer el Don Quijote…”.

¿Y por qué te gustaría leer el Quijote?

—Porque no sé cómo fue la historia y porque mi abuelita lo tiene en su casa.

Aunque sea intelectual, Fátima Reyes también destaca por sus habilidades motrices. Entrena gimnasia hasta 20 horas semanales en una escuela de alto rendimiento y está a punto de convertirse en seleccionada estatal.

“Son niños normales, ¡son niños! Nosotros le decimos a Fátima que sí es inteligente, que ha recibido ciertos dones, pero ella sabe que debe ponerlos al servicio de los demás”, expresa su madre.

Niños genio en México

En México los esfuerzos gubernamentales para detectar a los superdotados iniciaron en 1982. Actualmente, según el Centro de Atención al Talento (Cedat), hay alrededor de un millón de personas con alto coeficiente en el país. Sin embargo, solo tres por ciento ha sido diagnosticado.

A escala mundial, aún se debate la mejor forma de educarlos. En algunos países, la tendencia es a integrarlos dentro de un aula normal. Sobre este tema, responde a Milenio el director del Instituto de Educación de Aguascalientes, Francisco Chávez:

“Habrá algunas teorías que difieran de lo que estamos haciendo en Aguascalientes, considerando que estos niños deberían estar integrados dentro de un grupo regular. Sin embargo, son niños diferentes y tienen que ser educados diferente también. A un niño con esta capacidad, si no lo atendemos, lo vamos a perder”.

Y aunque el Ceipac es patrocinado por corporaciones como LEGO o Intel, el costo para las arcas estatales fue de 20 millones de pesos. Esto incluye la construcción —aún en proceso— del edificio que será la sede definitiva de la escuela. La primera etapa, que será inaugurada en noviembre, contempla cuatro aulas y nueve laboratorios. Sin embargo, la continuidad del proyecto dependerá de la próxima administración estatal. La actual concluye el último día de noviembre.

“Va a ser tarea de nosotros, los papás, darle continuidad y tratar de defenderlo. Si ellos tienen la oportunidad, hay muchos niños allá afuera que también deberían tenerla”, reflexiona José Luis Reyes, padre de Fátima.

El programa piloto está garantizado hasta mayo de 2017, tiempo suficiente para que los pequeños superdotados sigan encontrando preguntas sin respuesta. Como éstas que plantearon de forma espontánea: “¿Cómo se hacen las formas de las nubes? ¿Quién inventó las letras? ¿Qué pasaría si estuviéramos muertos? ¿El espacio no tiene fin?”.

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