En la Zona Rosa venden la 'Pixza' de cochinita pibil

En la compra de 5 rebanadas, un restaurante de la Zona Rosa regala otra a quienes padecen carencia alimentaria, y da trabajo a personas sin hogar.

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Las pixzas cuentan con 22 especialidades que van desde la de chapulines remojados en sal y limón con cilantro, hasta de enchiladas potosinas y chicharrón prensado como la de la imagen. (facebook.com/pixzamx)
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Mónica García Ramírez/Milenio
MÉXICO, D.F.- En el corazón de la Zona Rosa se sirven las llamadas pixzas, cuya peculiaridad es que están hechas con maíz azul, una base de salsa de chile chipotle y otros ingredientes ciento por ciento mexicanos, pero además Alejandro Souza, quien creó el concepto, ayuda a reinsertar a la vida laboral a personas que viven en situación de calle y da comida para combatir la desnutrición.

Las pixzas cuentan con 22 especialidades que van desde la de chapulines remojados en sal y limón con cilantro, hasta la de tamal xantolo con pollo, carne de cerdo, ajo, chile morita y hoja santa o la de cochinita pibil con cebolla morada.

El gusto por los huaraches de maíz azul y los deseos de ayudar a la gente fueron factores determinantes para que Alejandro Souza creara un producto innovador para los comensales mexicanos, pero que al mismos tiempo de deleitarles el paladar tienen la satisfacción de saber que con su compra ayudan a cambiar la vida de una persona con carencia alimentaria en situación de calle.

Esta es una firma de empoderamiento social, pues a pesar de que la visión de Souza es la de un empresario, su enfoque principal es hacer impacto social, en este caso reinsertando a la vida laboral a personas que se encuentran en las calles o viven en albergues.

"Todos dan y todos reciben" es el lema del lugar, pues por cada cinco rebanadas de pizxas que se venden, una se regala a personas en situación de calle. "Lo importante es que todo el mundo sepa, que conscientes o no, se está generando un impacto social inmediatamente", señaló Souza.

Describió al lugar como una plataforma de empoderamiento social disfrazada como pizzería, porque funciona de las dos formas y una no puede trabajar sin la otra. "Hay gente que ni está enterada de lo que sucede, la idea es que vengan, les fascine la pixza y regresen, que quieran, o sin querer, generar ayuda".

La ventaja es que el modelo que Souza es completamente autosostenible. Es un restaurante que genera su lucro y cubre todas sus operaciones, tienen salud financiera y continuamente está generando este impacto social.

El lugar se encuentra en Liverpool 162 B, Colonia Juárez, Delegación Cuauhtemoc, DF y los detalles de su programa social, así como del menú, se encentran en su página web http://pixza.mx/.

Ruta del cambio

Al momento de entregar las pixzas a las personas en situación de calle, también se les da una pulsera donde se registra lo que llaman la Ruta del cambio, está tiene imágenes con íconos que se perforan para llevar un registro de quienes participan en el programa.

Esto también funciona como filtro para detectar a las personas que están acostumbradas a un sistema de asistencialismo que genera dependencia de quienes pueden integrarse a uno de empoderamiento social.

Quienes viven en situación de calle pueden recibir cinco rebanadas y después hacer un voluntariado —que es donde se hace el switch—, pues cambia su situación de "víctima" y el mensaje de te "ayudo porque tú no puedes" a uno de "te estoy echando la mano", pero espero que muestres compromiso.

Después de mostrar su responsabilidad se les da un curso de habilidades basado en psicología con herramientas para que ellos mismos generen mayor bienestar en su vida.

Los siguientes pasos son: un baño, un corte de cabello, un diagnóstico médico y una camiseta; esto es para rehumanizar y redignificar a la persona, pues "nadie va a querer lograr un cambio si no se sienten cómodos con ellos mismos", dijo Souza. El ícono final es un trabajo, para cumplir el propósito de Pixza, dar una oportunidad de vida a gente en situación de calle, con un trabajo formal, reinsertándolos de manera productiva a la sociedad al darles un significado a su vida, "algo para que levantarse y luchar".

A poco más de tres meses de estar funcionando, ya cuentan con dos jóvenes en situación de calle formalmente empleados en el lugar.

Esteban, de 19 años, y Gibrán, de 20, viven en un albergue, donde duermen y cuentan con tres comidas, para que puedan ir a trabajar todos los días. 

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