Ni Teotihuacán pudo convertirlos en dioses...

Siguieron siendo presidentes, no inmortales, porque éstos no sudan, no se empolvan ni visten traje y corbata.

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Los presidente de Francia y México, François Hollande y Enrique Peña Nieto, respectivamente, en la zona arqueológica de Teotihuacán. (Notimex)
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Juan Pablo Becerra Acosta/Milenio
TEOTIHUACAN.- El presidente de Francia, François Hollande, hizo un elocuente elogio de México y con ello le dio un espaldarazo a las políticas económicas del presidente Enrique Peña Nieto: afirmó que la República Mexicana es una potencia económica mundial.

“México no es un país emergente, como unos comentan, es una potencia económica. El país es sano económicamente hablando. Es un país dinámico”.

El presidente mexicano sonreía. Él había hecho uso de la palabra previamente durante el Foro Económico Franco-Mexicano con empresarios de ambos países, donde invitó a empresarios franceses y de todo el mundo para que continúen confiando e invirtiendo en nuestro país. “México es una nación moderna, competitiva y en ascenso. Por ello, somos un socio ideal para las empresas francesas y del mundo en expansión”.

Luego de cancelar un sello postal conmemorativo de la visita, viajarían a Teotihuacán…

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Estaban ahí dos presidentes… que no eran dioses. Los dioses no se empolvan ni sudan. Ni usan trajes y corbatas. Ni viajan en helicóptero. Ni se carcajean. Uno bromeaba con el otro cuando le decía, como invitándolo a una travesura:

—Esta es la ciudad donde los hombres se vuelven dioses... —le comentaba con una sonrisa pícara el mexicano al francés, justo cuando se separaban un momento de sus séquitos y pasaban al lado del reportero.

Peña Nieto salía del Palacio de Quetzalpapálot acompañado del presidente Hollande. Acababan de visitar el recién remozado Patio de los Pilares. Ambos tenían un aspecto curioso para estar de paseo por Teotihuacán: vestían elegantes trajes oscuros, corbatas y zapatos lustrosos.

Pocos minutos pasaban y ambos ya sudaban copiosamente, lo mismo que sus acompañantes. A quienes no llevaban gorras o sombreros, edecanes del Estado Mayor Presidencial les ofrecían cachuchas, paraguas, así como cremas protectoras contra el sol. Para los deshidratados, había botellitas de agua y Gatorade que los franceses aceptaban gustosos. También toallitas húmedas heladas para refrescar rostros y cuellos. Pero ellos dos, los hombres del poder, ellos no se protegían, aguantaban estoicamente los embates solares.

La zona arqueológica, que normalmente está repleta de visitantes, estaba vacía: fue cerrada este viernes para que los presidentes y sus comitivas pasearan a sus anchas. Y así lo hicieron: caminaron sin los tumultos y pudieron tomarse fotos insólitas: ellos con las portentosas pirámides vacías a sus espaldas.

Vendría entonces aquel comentario que aludía a la tentación de poder desmedido de los antiguos gobernantes del lugar. Peña Nieto le sonrió a su homólogo, pero tuvo que esperar a que le tradujeran las palabras a Hollande para que éste le devolviera la sonrisa cómplice. Los presidentes recorrieron durante alrededor de una hora calzadas que circundan a las pirámides del Sol y la Luna, pero no intentaron subir estas últimas, simplemente posaron en sus basamentos. Luego comieron en el Museo de los Murales con el gobernador mexiquense, Eruviel Ávila.

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