Crónica: Se arman de valor y llevan a sus hijos a clases

Tras la llegada del gobierno federal para reforzar la seguridad en Michoacán, poco a poco regresan alumnos a las escuelas.

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En algunas escuelas los maestros advirtieron a los padres de familia de que si los dejaban era bajo su propia responsabilidad. (Milenio)
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Rodolfo Montes/Milenio
APATZINGÁN, Michoacán.- Han guardado la sonrisa para mejor ocasión. Hoy decidieron, junto con sus padres y maestros, retar al miedo, enfundarse en sus uniformes y hacerse de mochila para volver a sus salones de clase.

Son niñas, niños y jóvenes cuyas vidas han sido marcadas por las acciones de Los templarios, de quienes ya no quieren saber más.

Se fueron 15 días sin pisar los patios del jardín de niños Lázaro Cárdenas, de la primaria José María Morelos y Pavón, entre muchas otras. Todo porque ese grupo criminal sembró el terror quemando vehículos y comercios.

Pero estas decenas de estudiantes se armaron de valor para recuperar el tiempo escolar. Sus padres saben que el presidente Enrique Peña Nieto tiene a un enviado en tierras michoacanas y que se llama Alfredo Castillo.

“Si realmente viene ayudar al pueblo, a la gente de a pie, pues le pedimos ayuda urgente, que nos mande psicólogos para quitarnos un poco este trauma, esta pesadilla que los niños y las niñas nos platican a su modo”, exhorta Esther Rivera, directora del turno vespertino del kínder Lázaro Cárdenas y también directora del turno vespertino del jardín de niños María Curié. “Ahí se nos vino la barda encima y los pequeños están totalmente desprotegidos, inseguros.”

También lamentó que en este primer día de clases se presentaran “muy poquitos niños y cuando sus mamás los dejaron, no estaban muy seguras de hacerlo y se les dijo que si los dejaban era bajo su propia responsabilidad, porque en realidad aún no está del todo seguro Apatzingán”.

Son las cinco de la tarde con treinta minutos. A las afueras de las escuelas mamás y papás están ansiosos por ver salir a sus pequeños, y apenas los miran, se prenden en abrazos y besos, preguntan cómo se sintieron, si quieren volver mañana.

Ejemplo de coraje

Nadie dice que no. Todas, todos insisten en poner el ejemplo, en sacudirse el temor para seguir con sus vidas aunque sea necesario ver a soldados del Ejército mexicano y policías federales patrullar avenidas y calles.

Norma Viridiana una joven mamá, quien al tiempo que arropa con un abrazo a su hijo, también le pide que le diga a MILENIO que “ya queremos un Apatzingán limpio” y Ángel, contundente, repite la frase.

A Alexis, otro alumno que ha vuelto a clases, se le pregunta si también apuesta por esa opción; sin dudarlo, responde que “sí” y a su pequeña hermana se le pregunta lo mismo y ella asienta una y otra y otra vez.

La pequeña Jenifer se apura a comprar una paleta de hielo y al mismo tiempo suelta la palabra “paz, es lo que queremos aquí.”

“Sí, un Apatzingán en paz y limpio, eso es lo que queremos, es lo que pedimos; siento felicidad de volver a mi escuela, pero también preocupación de salir de mi casa y me da mucho miedo”, dice Miguel Ángel, de sexto de primaria.

“Ya queremos un lugar tranquilo; para lograrlo necesitamos de apoyo sicológico, porque mucha gente tiene miedo”, pide Hortensia Zavala, madre de tres menores.

Juan pablo es de quinto y sus compañero se atreven aún más: “Queremos un Apatzingán libre de Los templarios.”

Miroslava Núñez también es madre de una niña y un niño. Insiste en enviar un mensaje al comisionado Castillo: “Necesitamos ayuda psicológica. El jueves llegué temblando al trabajo por la psicosis y más con el temor de que dejamos a nuestros hijos en la escuela, y lo hacemos con el Jesús en la boca, es algo muy triste, parece una película que estamos viviendo de terror, por eso es tan necesario el apoyo psicológico. 

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