Crónicas urbanas: A la caza de 'narquitos' y armas en el DF

LA PGJDF HA detenido en los últimos meses a poco más de 280 narcomenudistas.

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Desde agosto del año pasado no ha habido semana en que no hayan detenido a personas dedicadas a esa actividad. (Alfredo San Juan/Milenio)
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Humberto Ríos Navarrete/Milenio
MÉXICO, D.F.- El pasado 8 de enero, un grupo de agentes de Investigación emprendió un operativo nocturno denominado Cazador H, que se dedica a peinar calles de la ciudad, y descubrió un hecho atípico: que pueden marcar los primeros indicios para seguir pistas de supuestas disputas entre grupos delincuenciales en el Distrito Federal, donde el gobierno local ha integrado fiscalías para combatir el crimen, como la encargada de lidiar con distribuidores de drogas al menudeo.

Esa noche los policías realizaban un patrullaje “a pie tierra”, como lo denominan, cuando dos de ellos se detuvieron sobre avenida Periférico, entre las calles Río Aldama y Río Miramontes, en Iztapalapa, una delegación en la que no es nuevo el tráfico de drogas y de armas —como lo reconoce el propio Instituto de Formación Profesional, de la Procuraduría General de Justicia del DF—, dos fenómenos que van de la mano en esa jurisdicción y una amplia zona limítrofe con el Estado de México.

Y allí estaban los agentes especiales, apostados en arterias de la colonia Puente Blanco, cuando cerca y de sopetón se estacionó una camioneta Ford, tipo Van, en cuyo interior había cuatro sujetos, uno de los cuales, el conductor, miraba de manera insistente por el espejo retrovisor. Este gesto, casi obsesivo, previno a los sabuesos.

De pronto apareció un taxi y se colocó atrás de la camioneta, de la que descendieron dos individuos y caminaron hacia el vehículo recién llegado, del que salió un hombre, quien fue invitado a la Van.

Los agentes notaron que ya de vuelta uno de ellos —el que vestía pantalón de mezclilla y sudadera, de barba, bigote y calvo— traía un objeto que parecía la cacha de una pistola clavada en el costado derecho de la cintura. Y de esto sospecharon en el momento que subían a la camioneta.

Camuflados, los agentes solicitaron apoyo, y al instante, enterados de la situación, llegó una patrulla con tres de sus compañeros, entre éstos una mujer, y se colocaron en posiciones estratégicas, al mismo tiempo que se identificaban como tales y pedían a los sospechosos salir del vehículo, ya que, “al parecer”, entre ellos había “una persona armada”.

Y obedecieron sin chistar.

Escrutaron e hicieron una revisión “preventiva y de seguridad” a los sospechosos, uno de los cuales, el que traía el arma en la pretina, calvo y barba de candado, se sinceró con uno de los agentes.

—Échennos la mano…

Los cinco presuntos, dedicados a la venta de droga en Iztapalapa, dijeron que andaban armados porque han sido amenazados por la organización criminal, conocida como La Familia michoacana. Por eso traían pistolas escuadras, sobre todo de 9 milímetros, repletos de bala sus cargadores y balas extras.

Un arsenal.

O casi.

Y pidieron comprensión.

O complicidad.

***

Desde agosto del año pasado, luego de creada la Fiscalía Central de Investigación para el Delito de Narcomenudeo, no ha habido semana en que no hayan detenido a personas dedicadas a esa actividad; hasta diciembre, sumaron 277 apresados, hombres y mujeres.

Y este año sigue igual.

El pasado 15 de enero, cinco personas que viajaban en un taxi desobedecieron la orden de policías preventivos de frenar y, al contrario, aceleraron, pero fueron aprehendidos en el estacionamiento de un hotel de Eje Central y Manuel José Othón, colonia Obrera.

Les decomisaron 9 kilos y 500 gramos de mariguana. En la colonia corrió el rumor de que la droga sería repartida en “tienditas” y hoteles del rumbo, por lo que se pusieron nerviosos algunos distribuidores, pues les llegó la versión de que los presuntos habían sido enviados a la Procuraduría General de la República, “por tratarse de un delito federal”.

Ese mismo día, una mujer fue aprehendida por agentes de seguridad del Reclusorio Norte, donde, “luego de hacerle la revisión de rutina”, le encontraron una bolsa de plástico transparente con cocaína.

Con minutos de diferencia, en ese mismo centro penitenciario, agentes recibieron el pitazo de que una mujer había introducido una bolsa en forma de huevo “que contenía hierba verde”, que resultó ser mariguana.

En el Reclusorio Oriente, mientras tanto, otra visitante era detenida con un paquete amarrado a la cintura. No solo traía mariguana en esa parte de su cuerpo, dijo al ser descubierta, sino también en las suelas de sus zapatos.

Cinco días después, en la esquina de Eje Guerrero y Violeta, colonia Guerrero, agentes de Investigación fueron avisados por una vecina que en un domicilio de esa zona vendían drogas.

Uno de los policías, de manera encubierta, ingresó al inmueble y vio que un joven subió las escaleras hasta llegar al primer nivel y tocó una puerta con reja de metal color azul e hizo una transacción con otra persona que le entregó un envoltorio a cambio de monedas.

Los agentes detuvieron al joven adicto “que desde hace ocho años acude a ese lugar a comprar su vicio, y de manera voluntaria sacó de la bolsa delantera derecha de su pantalón un plástico con vegetal verde, al parecer mariguana, por lo cual procedimos a trasladarnos a dicha vivienda”, donde detuvieron al vendedor, de 19 años.

Viernes 25 de enero.

En la misma delegación Cuauhtémoc, policías del Agrupamiento Fuerza de Tarea de la Secretaría de Seguridad Pública, detuvieron “a un hombre en posesión de una pistola, calibre 9 milímetros, marca Browning, abastecida con ocho cartuchos, y después a dos más, cuando ofrecían dinero para dejar en libertad al primero”.

En el momento de ser subido a la patrulla, “dos sujetos salieron del domicilio, ubicado en la colonia Ex Hipódromo de Peralvillo, y pidieron a los uniformados que dejaran en libertad a Muñoz Flores, a cambio del arma y 10 mil pesos en efectivo”, añade el comunicado.

“La oferta fue rechazada y los policías detuvieron también a José Andrés Rico y Rigoberto Morales, por intento de soborno…”

***

—Échennos la mano… —volvió a pedir aquel hombre, mientras los agentes sacaban de su cintura una pistola escuadra, marca Sig Sauer, calibre 9 milímetros, con 12 cartuchos en el cargador.

Traía el mismo tipo de arma reglamentaria que usa la Policía Nacional de Colombia.

Y en eso estaban cuando otro agente, el encargado de abrir la puerta delantera de la camioneta, pronunció una clave para pedir a sus compañeros que inmovilizaran a los presuntos, pues divisó en el piso de la cabina una pistola plateada, tipo escuadra, con cachas negras, de la marca Browning, con la leyenda “fabrique nationale d’armes de guerre”,calibre 9 milímetros, con cargador abastecido y 12 cartuchos útiles.

Debajo del asiento del copiloto, asimismo, estaba otra escuadra plateada con franjas negras, marca Smith & Wesson, calibre 9 milímetros, cargador provisto de 15 cartuchos útiles. El agente siguió registrando y detrás del asiento del conductor halló una pistola de la misma marca y color, pero calibre .40, con 13 cartuchos.

Otros objetos les fueron confiscados, como son teléfonos celulares y las llaves de la camioneta y del taxi.

Cuatro de los detenidos tienen sus domicilios en la colonia Lomas de San Lorenzo, Iztapalapa, mientras que el quinto es de Ecatepec, Estado de México.

El Ministerio Público ordenó su consignación por los delitos de “portación de arma de fuego y asociación delictuosa”.

Pero aún vuelan preguntas.

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